Elecciones del 1 de marzo
¿Cambio? ¿Miedo? Si son socios
¿Qué quiere cambiar exactamente Patxi López si ha votado a favor de 35 de las 43 leyes presentadas por Ibarretxe al Parlamento de Gasteiz siendo su principal socio a la hora de gobernar? ¿Qué males augura el PNV si gana el PSE si han aprobado conjuntamente, no sólo esas 35 leyes de las 43 presentadas, sino los presupuestos de Lakua y de Madrid de los últimos cuatro años?
Análisis | Iñaki IRIONDO
Los mensajes del PSE en favor del cambio y los del PNV tratando de asustar con la llegada del PSE intentan ocultar una realidad en la que ambos partidos han actuado como socios en los últimos cuatro años. Lo han hecho aprobando conjuntamente numerosas leyes y la «hoja de ruta» anual que suponen los presupuestos de todas y cada una de las instituciones donde les ha sido posible.
Apenas hace unas semanas, un «orientador» de un instituto guipuzcoano preguntaba a un grupo de profesores si ya estaban preparados para cuando «la socialista Isabel Celaá sea consejera de Educación». Su tono era el de quien pregunta a Caperucita si esta preparada para cuando llegue el lobo feroz. Olvidaba el «orientador» -o se hacía el desmemoriado- que no sería la primera vez que Isabel Celaá estuviera en el Departamento. Fue directora del gabinete técnico de José Ramón Recalde entre el 6 de febrero de 1990 y el 12 de febrero de 1991, y viceconsejera de Fernando Buesa entre el 8 de octubre de 1991 y el 17 de enero de 1995. Ambos, consejeros de Educación del PSE en un gobierno presidido por el jeltzale José Antonio Ardanza.
El Boletín Oficial del País Vasco recoge más de un centenar de resoluciones adoptadas por Isabel Celaá como alto cargo de Educación, sin que conste que ninguna molestara al PNV. Y éstas no son cosas del pasado. Hace unos días, el 4 de febrero, en la Diputación Permanente del actual Parlamento de Gasteiz el PNV, sin tener ninguna necesidad de ganar o perder una votación, negoció y apoyó una enmienda de Isabel Celaá sobre «la renovación del consenso lingüístico» en la Educación primaria, y lo hizo de espaldas al Departamento de su propio Gobierno, en manos de EA
Sirva la anécdota del «orientador» y sus supuestos ataques de amnesia selectiva para proyectarlo sobre un fenómeno que abunda en los mítines y otras declaraciones de campaña: las proyecciones de futuro sin atender ni al pasado ni al presente.
«Cambio» es el mantra que -raca, raca- entona el PSE como varita mágica para intentar que Patxi López pueda llegar a Ajuria Enea y que no sea de visita sino para quedarse. Y hasta han creado una «Red para el Cambio» formada por gentes que se dicen preocupadas y hastiadas porque «llevamos más de diez años de gobiernos frentistas que han fijado su prioridad en la construcción de una Euskadi identitaria, de `los míos' contra `los otros'. Una Euskadi oficial alejada de los problemas y preocupaciones reales de los hombres y mujeres que viven y trabajan en Euskadi: el empleo, la vivienda, la sanidad, la educación, los servicios sociales, la cultura entendida como riqueza común y apertura al mundo».
Pero ¿qué quiere cambiar realmente Patxi López? ¿Qué es lo que no le gusta de cómo ha gobernado Juan José Ibarretxe? Habrá, quizá, quien se sorprenda por estas preguntas. Si es así, más le sorprenderá aún saber que de las 43 leyes que en la presente legislatura ha aprobado el Parlamento de Gasteiz 35 lo han sido con el voto a favor del PSE. Cabe insistir: ¿Qué quiere cambiar Patxi López si ha votado a favor de cuatro de cada cinco leyes presentadas por Ibarretxe?
Pero es que hay más. El PSE sólo ha votado en contra de cuatro proyectos de ley de Juan José Ibarretxe. Frente a eso, su voto a favor ha sido determinante en la aprobación de trece leyes (en casi todas las demás hubo un amplio consenso), entre ellas la más importante de cada año, la de los presupuestos.
Es decir, Patxi López ha sido el principal apoyo de Juan José Ibarretxe a la hora de legislar. ¿Qué dice que quiere cambiar?
Por contra, desde el PNV se intenta movilizar al electorado abertzale y se agita el espectro de un fantasmal tripartito PSE-PP-UPyD que, según dicen, van a acabar con el euskara y el autogobierno. Advierten los jeltzales que bajo la apariencia de un «cambio tranquilo» se esconden los mismos centralistas que en 2001 pusieron en marcha toda su maquinaria para intentar llevar a Jaime Mayor Oreja a Ajuria Enea con Nicolás Redondo Terreros de fiel escudero. La pregunta para el PNV es similar a la de Patxi López, pero a la inversa. Si tan taimadas y pérfidas son las huestes del PSE, ¿por qué las han convertido en sus principales soportes a la hora de legislar en el Parlamento de Gasteiz? ¿Por qué desatendió el PNV los llamamientos de alguno de su socios para buscar acuerdos con Ezker Abertzalea? ¿Por qué está preparando el futuro consenso lingüístico y educativo con el PSE, hasta el punto de haber impedido que en esta legislatura se pudiera presentar una ley de reforma de los modelos educativos?
Y en sus mítines, el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, va también más allá y asegura que «para Madrid acabar con el carácter diferencial vasco es cuestión de Estado». No cabe dudar de que eso sea así, puesto que los distintos gobiernos españoles, sean del PSOE o del PP, lo han demostrado con creces y recurriendo incluso a los instrumentos más brutales. Pero la cuestión es: si Madrid quiere acabar con el hecho diferencial vasco o si, como dijo en su día el lehendakari, Juan José Ibarretxe, ha construido una alambrada para encerrar al pueblo vasco. ¿por qué el PNV se ha convertido en las Cortes españolas en el principal bastón del PSOE, sacándole de apuros y aprobándole los cuatro últimos Presupuestos Generales del Estado? ¿Por qué intentan asustar a los abertzale diciendo que vienen los centralistas, cuando lo que debieran gritar es «que vienen los nuestros»?
Si este es el presente, alguna lección se podrá sacar para el futuro. Lo que está en juego entre el PNV y el PSE es quién dirige la «Lehendakaritza trasversal» que nos viene encima. Lo dejó claro Josu Jon Imaz en su discurso de despedida del Alderdi Eguna de 2007: «Un consenso suficiente entre diferentes es la mejor forma de construir sobre bases sólidas el futuro de Euskadi. Si lo hacemos así, Euskadi, nuestra casa, será sólida. Y a los que se ríen de la transversalidad se les caerá la casa y el país al primer vendaval. (Aplausos) No dudéis además de que en todo esto hay una buena parte de falso debate; lo que está en juego no es la transversalidad sí o no, sino si la lideramos nosotros o los socialistas».
A pesar de estar unos en el gobierno y otros en la oposición, PNV y PSE se han comportado como buenos socios tanto en Gasteiz como en Madrid. Y lo más probable es que lo sigan siendo en adelante. Quien gane las elecciones -probablemente el PNV- se sentará en Ajuria Eneal y el otro le ayudará a legislar y gobernar apelando a la «responsabilidad» como ha hecho cada vez que la ha aprobado los presupuestos.