La huelga general que desde hace semanas paraliza las islas de Ultramar ha puesto de relieve las diferencias sociales y raciales, así como las dificultades de desarrollar la economía. En Guadalupe llevan de huelga desde el 20 de enero, mientras que en Martinicia empezaron el pasado día 5.

Los huelguistas, agrupados en el Colectivo contra la Explotación (LKP) protestan contra el alto coste de la vida y exigen un aumento de los sueldos de 200 euros.

Más allá de este problema coyuntural, las huelgas han dejado también en evidencia las desigualdades en la distribución de la rigueza, ya que la mayor parte sigue en manos de la población blanca, descendiente de los colonos de los siglos XVII y XVIII, que representa una minoría y aboga por «preservar su raza».