Incoherencias y fobias que perjudican al futuro económico de un club
Ramón SOLA
Es difícil encontrar una política de venta de entradas tan errática y contradictoria como la de Pachi Izco. Comenzó la temporada cargándose las entradas a precio módico para infantiles, una injusticia flagrante y, sobre todo, una inmejorable manera de cargarse la cantera en la grada. Pero llegaron las vacas flacas deportivas y viró 180 grados, tirando los precios por los suelos (sólo diez euros por entrada para Mallorca y Valencia, ¡hasta los niños podían ir!), lo que supone una discriminación evidente para quien paga su abono todo el año. Ante las protestas, ahora se trata de implantar otro reparto a través de ciertos medios, empresas y la inevitable caja de ahorros, escogidas a dedo. Pero la guinda del pastel es enviar entradas a Soria a 40 euros, cuando las remitidas a Bilbo para la Copa costaban 70. Resulta que el pasado domingo fueron a Los Pajaritos 4.500 personas a un partido crucial contra el Mallorca, o sea, más o menos tantas como las que podían haber venido de Bilbo al Sadar aquel miércoles con precios módicos. Alguno alegará que en San Mamés también se pidieron 70 euros a los rojillos, pero es igual de cierto que en Soria a la mayoría les cobraron 60, y entre Los Pajaritos y San Mamés... En resumen, quien haya diseñado esta cuestión va camino de cargarse la afición de los chavales, la paciencia de los socios y el tirón de los derbis. ¿Piensa acaso sostener las cuentas de Osasuna con jubilados, con quienes sólo pasan por taquilla contra el Madrid y el Barça, y con la afición de Soria?