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Maite SOROA | msoroa@gara.net

La exaltación de Tejero

En estos días en que cada palabra, cada gesto, cada letra ha de cuidarse como si fueran de cristal para no incurrir en los graves delitos -y sus consecuencias- de apologías, exaltaciones y tal, llego al «Abc» y me doy de morros con un extenso escrito de Ramón Tejero Díez, hijo del bigotudo Tejero, que me deja pasmada. Supongo que al fiscal también.

Hablaba Tejero de su papuchi aquel 23 de febrero de 1981. Era, dice, «un hombre al cargo de las tierras vascas» pleno de virtudes que luego detalla. El relato no tiene desperdicio: «Aquella mañana del 23 de febrero acompañé a mi padre a la celebración de la Eucaristía en la capilla que hay frente a la Dirección General de la Guardia Civil. Momentos de silencio, de oración profunda, de contemplación sincera de un hombre creyente que sabía cuál era su deber, que conocía las órdenes recibidas y que no quería por nada del mundo manchar sus manos de sangre». Franco también comulgaba antes de mandar fusilar a troche y moche. La escena sigue con tono épico: «Al salir de la capilla, con una mirada penetrante -y me atrevería a decir que trascendente-, contempló la Bandera Nacional y, con voz serena, tranquila y gallarda, me dijo: `Hijo, por Dios y por Ella hago lo que tengo que hacer...'. Y, con un beso en la mejilla, se despidió de mí». Iría, digo yo, a la cantina a templar los nervios con orujo. El hijo de Tejero, en medio de tanta mística patriótico-religiosa se las prometía felices porque «nos tranquilizaba la certeza, según nos habían dicho, de que el Rey apoyaba y ordenaba tales hechos».

¿Habrá desmentido? Lo que pretende el hijo de Tejero es reivindicar el buen nombre del picoleto del pistolón : «No puedo dejar en el olvido las grandezas de un gran hombre (...) mi padre es un hombre de honor, fiel a sus principios religiosos y patrióticos; es coherente y sincero. Es un militar de los pies a la cabeza, consciente de sus responsabilidades, entregado a sus hombres. Es un hombre cumplidor, trabajador hasta el extremo, leal ante el significado de la palabra juramento y fiel al mismo. Es un hombre sereno, sencillo, disciplinado y amante de la verdad. No es violento, ni agresivo. Es templado, sensato, sereno, inteligente». Lo de inteligente... amor de hijo, sin duda. ¿Habrá leído el fiscal lo que escriben en «Abc»?

 

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