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Jakue Pascual Sociólogo

Disfraces

Lucifer preside la Momotxorroen dantza, Zaia tizna con beso carbonero la cara de las mozas y los zarramuskeros derriban puertas persiguiéndolas. Hasta que los malvados Miel Otxin, Mari Trapu y coronel Lagunero son ejecutados, llevándose con los Zanpantzar los males del año y las colas de los kemakulos

El danzante baila en Trois Frères tocado con cabeza de venado. Mowgli deviene lobo en el «Libro de la selva». Castaneda observa como don Genaro «parecía haberse puesto un disfraz», «un traje peludo» que «tenía una cola gruesa y larga». En el panteón egipcio Anubis tiene cabeza de chacal y Selkis de escorpión. Lupus-Otsoa contra los francos. En el arquetipo de Jung la relación animal funciona por analogía y en el tótem de Lévi Strauss se estructura por homología. Para Deleuze y Guattari el devenir animal ni imita ni es, se produce a sí mismo como sujeto.

En las saturnales, los amos sirven a los esclavos. En las bacanales, el séquito de Dioniso lo componen centauros y sátiros. Carnestolendas: el pueblo exorciza al poder con la terapia de lo prohibido y las pasiones se desatan jugando sin psicoanálisis en la fiesta del caos. Momo se trasviste, cizañea y se mofa. ¡Diablos y esqueletos! Danzamos garabatos al escapar de la peste. En «El libro del buen amor» Don Carnal combate a doña Cuaresma, de la que «vino luego en ayuda la salada sardina». Carne-levare, carne-vale. Abandonar o avalar la carne. Lo cómico y lo fabuloso se desparraman por el medioevo en forma de bobos, gigantes y cabezudos, grifos y basiliscos. Según Bajtín, la risa paschalis -singular y libre- se contrapone a la rígida economía feudal de la religión. El carnaval despliega una igualdad radical que suprime provisionalmente jerarquías y tabúes. La regla Thélèmita que instaura Gargantúa contiene una cláusula: haz lo que quieras.

Arlequín y Colombina, dialectos en la Commedia dell´Arte. Mojiganga, Siglo de Oro. Inocencio X, carnaval en suspenso. Wirtschaft en la coronación de Leopoldo I, mascaradas musicales en Versalles y figurines de Burnacini. Para el virrey Ezpeleta el carnaval «ofende a Dios».

Inauteria. La matanza escasea en febrero y la vigilia de la Cuaresma sacraliza la penuria. El Carnaval es el último banquete. «Hasta que en la tripa la piel estalle» a Zanpantzar y el Zaldiko derribe a Ziripot. Lamiak, mairus y zipoteros. Mamuxarros y Zaku Zaharrak reparten candela. Lucifer preside la Momotxorroen dantza, Zaia tizna con beso carbonero la cara de las mozas y los zarramuskeros derriban puertas persiguiéndolas. Hasta que los malvados Miel Otxin, Mari Trapu y coronel Lagunero son ejecutados, llevándose con los Zanpantzar los males del año y las colas de los kemakulos. Tamborrada, caldereros, inudeak eta artzaiak. Franco prohíbe y Tolosa se disfraza de Fiestas de la Primavera.

Mascherarí, Mardi Gras y Samba. Fiesta de disfraces, un anfitrión dicta el tema. Mortadelo es un váter, las niñas princesas y las fursonas «personajes antropomórficos ficcionales». Las fantasías eróticas masculinas se asocian a indumentarias de enfermeras y colegialas. Uno se disfraza de vagina y la otra de polla. Convertimos a un perro salchicha en un hot dog y emulamos a Marilyn o a la Benemérita por 18 euros. Para Peter Jones el punk es carnaval, invierte significados, promueve participación y define lo grotesco. Lo que fascinó al dadaísta Ball de las máscaras de Janco fue que habían hecho visible el horror de una época. Lo profundo ama la máscara, decía Nietzsche. Careta y antifaz... Oculto el rostro, tras la capucha una incógnita.

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