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Elecciones del 1 de marzo

«Nos quieren echar, salvadnos»

A nadie se le ocultaba que en esta campaña, como en el 2001, el PNV agitaría la idea de evitar un gobierno formado por PSE y PP, pero entonces lo hicieron con una actitud combatiente y a la ofensiva, mientras que ahora dan la imagen de encontrarse a la defensiva y una de sus estrategias es tratar de trasladar al electorado de partidos abertzales un sentimiento de culpa si no gana Juan José Ibarretxe.

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Iñaki IRIONDO

Cuando el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, anunció el 28 de setiembre de 2008 en el Alderdi Eguna que volvían a confiar en el lehendakari como cabeza de cartel, este diario tituló la información con un «el PNV presentará a Ibarretxe en otra campaña de miedo al PSE-PP». Aquel guión se está cumpliendo con precisión. Hoy el verdadero eje de la campaña del PNV, su idea fuerza, está siendo el «que viene el lobo». «Nos quieren echar», gritan a los cuatro vientos. «Todos están contra nosotros», se lamentan. «La izquierda abertzale quiere que gane Patxi López», mienten.

La técnica ya fue ensayada en 2001, cuando agitaron la amenaza de que Jaime Mayor Oreja llegara a Ajuria Enea acompañado por Nicolás Redondo Terreros. Pero entonces se veía a un PNV, coaligado con EA, que mantenía su orgullo de gran partido e incluso confrontaba abiertamente con Madrid. El ambiente era otro, no cabe duda. Y la composición del EBB, también.

Entonces el mero anuncio de una visita de José María Aznar para dar un mitin en la CAV encendía a Juan José Ibarretxe, quien le preguntaba públicamente si «condena el régimen de Franco», mientras aseguraba que el presidente español llegaba «como las antiguas colonias. Viene aquí a arrasar sin ningún respeto hacia miles de vascos porque esto es rentable electoralmente en Madrid». Y a Jaime Mayor Oreja lo retaba a un debate cara a cara, que el ex ministro del Interior acabó rechazando alegando que debería estar también el PSE.

Hoy hay elementos parecidos pero también diferencias sustanciales. Por ejemplo, es Patxi López quien le pide a Ibarretxe un debate cara a cara y el PNV el que alega que debería estar el PP. En los titulares de los mítines tampoco puede encontrarse la contundencia de 2001, ni en el terreno político ni cuando el lehendakari levantó la cabeza frente a la que estaba cayendo desde Madrid y dijo «vamos a ganar las elecciones y ser la primera fuerza, en el entorno de los 500.000 votos» y «vamos a sacar más del cincuenta por ciento de escaños a la segunda fuerza política».

El gran partido que fue el PNV, el que controlaba todos los resortes del país, da ahora la imagen de un partido quejica, llorón. Tan centrado está en pedir que no les echen del poder, que a veces casi hasta olvida decir que eso sería malo para «Euzkadi», porque en lo que están pensando es en que sería, sobre todo, malo para ellos. Y, al final, trasmite la sensación de estar asustado.

Como el «frente nacional español» que anunció Urkullu en Foronda no se manifiesta explícitamente de la forma que lo hizo en 2001, los jeltzales hablan de que PSE y PP han «perfeccionado su estrategia», para ser más sibilinos, pero que el ogro saldrá de su guarida el 2 de marzo. Quede claro que la posibilidad de un pacto del PSE con el PP está ahí, pero también la realidad de que en los últimos cuatro años ha habido muchos más acuerdos entre Patxi López y Juan José Ibarretxe, entre Iñigo Urkullu y José Luis Rodríguez Zapatero, que entre el PSE y el PP.

Y para completar el mensaje victimista de que «todos están contra mí», algunos burukides han puesto en circulación la especie de que la izquierda abertzale prefiere que gane Patxi López. Uno escribe en su blog que la izquierda abertzale busca «facilitar al PSE la formación de gobierno con el apoyo del PP y de Rosa Díez. Para ellos la peor hipótesis es la reedición de un gobierno presidido por Ibarretxe. La menos mala, la constitución de un gobierno frentista dirigido desde Madrid -a medias e iguales partes entre Ferraz y Génova, con la guinda exótica de UPyD- que radicalice el mundo nacionalista, poniendo en valor las habituales posturas rupturistas y desestabilizadoras de la izquierda radical autodenominda abertzale. Ya se sabe, `Cuanto peor, mejor'».

Un concepto similar al que recogía ayer Joseba Egibar en una entrevista. Al dirigente jeltzale le preguntaban si la petición de voto de la izquierda abertzale podía afectar al PNV y su respuesta era esta: «No creo. La izquierda abertzale tenía posibilidad de sortear determinadas barreras, pero cada uno es rehén de sus decisiones. Le preguntaron a Otegi si tiene miedo de que López sea lehendakari y, después de un balbuceo y un circunloquio, respondió que lo mismo da. Eso de decir cuanto peor mejor, porque así queda tapado mi fracaso, es injusto y produce tristeza desde una perspectiva de país».

Egibar tergiversa en esa entrevista la palabras de Otegi como también las tergiversó cuando dijo lo mismo en un acto en Orio. Cuando en la mesa redonda del Martin Ugalde a Arnaldo Otegi le preguntaros si la izquierda abertzale tiene miedo a un Patxi López lehendakari, primero dijo que la palabra miedo no debe utilizarse en el debate político, luego recordó que PNV y PSE comparten el objetivo común de debilitar al independentismo y finalmente respondió que «es muy difícil contestar a esa pregunta en una u otra dirección, porque sería algo muy manipulable. La izquierda abertzale no tiene miedo, tiene confianza. Pase una cosa u otra en las elecciones, sabemos que este pueblo tiene recursos suficientes para salir adelante, sólo hay que optimizarlos (...) Estamos convencidos de que tenemos un proyecto y que la izquierda abertzale puede convencer a la mayoría. En resumen, vamos en un coche, hemos puestos las luces largas y tenemos confianza. Miedo, a nadie; respeto sí, pero miedo no».

De ahí a lo que declara Joseba Egibar, hay un trecho. No es fácil encontrar en las verdaderas palabras de Arnaldo Otegi, nada que lleve a pensar en una apuesta de «cuanto peor, mejor».

Pero es que el PNV aparece en estos momentos como un partido a la defensiva, cuyo mensaje no es «vamos a ganar», sino «salvad a Ibarretxe». Y esa petición de que le echen un salvavidas la extienden al electorado de otros partidos. Los llamamientos al «voto útil» que se trasmiten por los circuitos jeltzales no sólo intentan aglutinar apoyos en torno a Ibarretxe, sino también extender a las bases de EA, Aralar y la izquierda abertzale la responsabilidad (y la culpa pecaminosa) de que el PSE pueda llegar a Ajuria Enea.

Desde determinados ámbitos peneuvistas se extienden mensajes de para qué votar papeletas que no se traducirán finalmente en escaños, bien porque sean anuladas o porque sus receptores tal vez no lleguen al 3% necesario. Según sus interesados esquemas esos son, a la postre, votos que benefician a Patxi López. Lo que «desde una perspectiva vasca y abertzale, es inaceptable».

Pero el PNV no está en condiciones de pedir que le regalen nada. Debiera de saber que la izquierda abertzale no va a olvidar tan pronto que los representantes jeltzales en el último proceso negociador se alinearon claramente del lado del PSOE y del Estado, como una y otra vez se lo han reconocido y agradecido Zapatero y compañía.

Y el EBB debería ser también consciente de que si ahora EA camina sola es porque Juan José Ibarretxe no ha sido capaz de sostener ni ante Madrid ni ante Sabin Etxea ninguna de las grandes banderas que ha enarbolado en las dos últimas legislaturas y que siempre ha acabado abandonando en el suelo.

Ante esos sectores, de qué le vale ya pedir el voto para «un lehendakari abertzale», si la práctica política va a ser después la de aceptar todas las alambradas que se impongan desde Madrid y aprobarle además al PSOE los presupuestos generales del Estado para que pague la valla del cercado.

Ese es uno de los problemas del PNV y de Juan José Ibarretxe. A los ojos de muchos abertzales ya no cuentan con el crédito de 2001 porque lo ha dilapidado. Entonces se apelaba al orgullo -«al vasco por las buenas es hasta débil pero por las malas no hay quien le domine», dijo Arzalluz- y ahora casi se inspira misericordia: «despertad, sin molestar a nadie», porque «el objetivo conjunto de PP y PSOE es echar al nacionalismo de Ajuria Enea», dijo el pasado domingo Ibarretxe en Donostia.

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