Por primera vez desde 1986 –las elecciones de la escisión de Garaikoetxea–, el PNV se enfrenta cara a cara a la posibilidad de perder Ajuria Enea. Y ése ha sido el eje central de su campaña electoral: tratar de asustar al electorado abertzale con que PSE y PP pueden hacerse con el control de las instituciones autonómicas. Pobre recurso. Para tratar de mantenerse en el poder otros cuatro años, el PNV ha tenido que dejar al descubierto algunas de sus contradicciones: 1) El candidato a lehendakari sigue siendo Ibarretxe, pese a que el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, ha dejado claro que no comparte su estrategia política ni en lo relacionado con la consulta, ni en su apuesta por el tripartito, ni en la ruptura de puentes con el PSOE y el PP que han supuesto estos diez años en la Lehendakaritza. 2) La elección de Ibarretxe obedece a que es éste quien acumula mayor capital político en estos momentos en el partido y ello lo debe a las iniciativas políticas adoptadas durante sus legislaturas. Esto se demuestra en que en las plataformas de apoyo que le secundan hay mucha apuesta hecha con el corazón y pocos tecnócratas y gestores. Sin embargo, la campaña se basa en la gestión y no en nuevas iniciativas políticas ilusionantes. La única apelación al corazón es la del miedo a perder. 3) Ibarretxe acepta ser de nuevo candidato, y para ello echa por tierra la iniciativa de la consulta, la propuesta de crear una ola de denuncias populares ante el Tribunal de Estrasburgo y ya tampoco habla de que el tripartito más Aralar sean el cauce central de la sociedad. 4) La campaña se basa en que la ilegalización de la izquierda abertzale permite que PSE y PP puedan lograr así mayoría absoluta pero ni se toman medidas para plantarse ante ese fraude –lo que entra dentro de lo normal en el PNV– ni se dibuja otra alianza que pueda hacer frente al tándem unionista que anuncian como ganador. Ante esto último, clave en los próximos años, queda una pregunta, ¿es mero fatalismo o una estrategia medida para acabar en algún tipo de acuerdo PNV-PSE que además nos presentarán como mal menor? El PNV que hace unos años dominaba todos los resortes políticos, sociales y económicos de poder es hoy un partido quejica y acobardado, con miles de afiliados que sólo piensan en que lo que se están jugando mañana es su futuro económico y profesional. Y para salvarlo, pretenden hacer creer al electorado abertzale que la suerte del país está unida a la que corran ellos.