Francisco Letamendia Profesor de la EHU-UPV
Antonio Elorza, reclamo universitario del PSE-EE
Sus congéneres -Llera, Edurne Uriarte (telefónicamente)- van a reunirse este domingo en un céntrico hotel madrileño junto a personajes como Rosa Díez y Mayor Oreja para proceder, si se confirma un triunfo que dan por seguro, al reparto de prebendas, y para ocupar -ellos en concreto- los cargos de responsabilidad de las políticas cultural y universitaria del Gobierno Vasco entrante
El lugar privilegiado que ha otorgado Patxi López al catedrático Antonio Elorza en su campaña electoral, con amplia repercusión en los medios escritos y audiovisuales, nos ofrece el inesperado placer de poder someter su significado personal a la crítica electoral y política.
El discurso del candidato del PSE-EE a la lehendakaritza (al menos el discurso visible, o de superficie) se ha centrado en la equidistancia, en el vasquismo razonable, en el alejamiento del anti-nacionalismo del PP, y, por supuesto, en el rechazo a la violencia, acompañado de una actitud de valentía moral ante la misma. Se entiende que la presencia privilegiada de Antonio Elorza en los actos de campaña aportaría prestigio intelectual a estos objetivos, constituyéndose en cierto modo en paradigma de la política cultural y universitaria a seguir desde Ajuria Enea en caso de triunfo del candidato.
Pero, si se miran de cerca, las características personales del profesor Elorza presentan ciertas incongruencias con este objetivo.
¿Prestigio intelectual? Si alguna vez lo tuvo, hace décadas que ha abandonado toda profundización teórica en aras de unas obsesiones que van poco más allá de lo periodístico. Lleva años utilizando un único concepto, el de «religión política», (que por cierto no es de cosecha propia, sino de Mona Ozouf), el cual le sirve para meter en el mismo saco a todos los blancos de sus fobias, el nacionalismo vasco en todas sus expresiones, y el islamismo. La falta de rigor de sus invectivas y el tono gacetillesco con que las expresa hace tiempo que son el hazmerreír de los intelectuales serios franceses y británicos con los que me relaciono (para ponerse a la altura de los cuales Elorza tendría que ponerse gafas de aviador). Algunas opiniones de estos autores aparecieron en el prólogo de mi libro «Juego de espejos», lo que este hombre, que para esas cosas tiene memoria de elefante, nunca ha olvidado.
¿Vasquismo, amor a lo propio? Muchas cosas habría que decir; pero prefiero que las digan sus familiares de Azkoitia, su pueblo natal. Un primo suyo escribía lo siguiente en el Diario Vasco del 18 febrero 2006 en respuesta al artículo de Elorza «Azkoitia, Azkoitia» publicado previamente en el mismo diario:
«Hoy como ayer, afortunadamente, sigue habiendo todo un abanico de ideologías en nuestra familia, y hoy como ayer, sigue primando la solidaridad por encima de las diferencias políticas: nos ayudamos unos a otros y nos reunimos en las celebraciones familiares. Pero quizás a ti, te sea imposible comprender esto, porque tú nunca has cultivado las relaciones familiares. De verdad nos ha parecido ruin el uso que haces de la familia azkoitiarra... Desde la difamación de la familia pasas a la difamación de Azkoitia. ¿Cómo se puede ser tan osado para hacer un análisis de una situación y de un pueblo que no conoces? Solamente citas una fuente de la que te has servido en esta ocasión y no es otra que un programa de Tele 5. ¿Cómo un historiador que firma como catedrático puede basarse en un programa de esta índole para anatematizar a todo un pueblo? ¿De qué conoces Azkoitia? ¿De lo que te ha dicho el reality de la Madame de «Gran Hermano»?».
¿Pacifismo, valentía ante la violencia? No quiero -ni puedo- explayarme en el primer punto. Pero, desde luego, la presentación de Elorza como un hombre ecuánime y pacífico despertaría, en los pasillos de la Universidad Complutense y en los corrillos de las Areas de Ciencia política y de la de Historia de las Ideas Políticas de la citada Universidad, reacciones que irían de la sonrisa irónica a la carcajada a mandíbula batiente.
Respecto a su valentía en general, y ante el terrorismo en particular, no puedo menos que echar mano de mis recuerdos personales. Cuando Elorza fue nombrado en 2001 miembro del Tribunal que tenía que otorgar la cátedra que la UPV-EHU había entregado a mi Departamento en razón a mis dos sexenios, tuvo el insuperable arrojo de poner públicamente a parir un artículo mío en un libro colectivo escrito junto a la flor y nata de la Ciencia Política francesa, asegurándose de la imposibilidad de respuesta en la que se encuentra cualquier candidato en mis circunstancias. No fue esa su única demostración de arrojo: el día de la vista, que le correspondía celebrarse en mi Facultad de Leioa, Elorza manifestó que su seguridad corría allá peligro a causa de los violentos (al parecer, el violento era yo), y el Tribunal, con el beneplácito del entonces Director de mi departamento Paco Llera y del Decano de la Facultad Susperregi trasladó el tribunal a la Facultad de Empresariales, en una sala donde la plana mayor de Basta ya ocupaba ya las primeras filas para oir a su candidata Edurne Uriarte, a quien efectivamente le fue otorgada la plaza. Esta egregia cumbre teórica de la Ciencia política, que forma hoy parte de la plantilla de FAES y del ABC, nos deleita un día sí y otro también en todos los medios con su elaboradas reflexiones sobre temas politológicos tan profundos como la cacería de Bermejo.
El PSE-EE de Patxi López podría haber utilizado como reclamo cultural otro tipo de intelectuales. Porque intelectuales serios y honestos los tiene; pienso en Imanol Zubero y en muchos otros, en el País Vasco y en el Estado, con cuya amistad me honro. Pero ha elegido conscientemente a Antonio Elorza. Pues lo siento, Patxi, pero eso significa que por debajo de tu discurso visible hay otro discurso más de base que está dando ya por sentada la alianza con el PP y con el partido de Rosa Díez, en cuya bisagra actúan personas como Antonio Elorza. Sus congéneres -Llera, Edurne Uriarte (telefónicamente)- van a reunirse este domingo en un céntrico hotel madrileño junto a personajes como Rosa Díez y Mayor Oreja para proceder, si se confirma un triunfo que dan por seguro, al reparto de prebendas, y para ocupar -ellos en concreto- los cargos de responsabilidad de las políticas cultural y universitaria del Gobierno Vasco entrante.
La presencia de Elorza asegura la del PP y sus aledaños. Que Dios nos coja confesados.