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Igor ARROYO Ex parlamentario en el Parlamento de Nafarroa

Hay vida después del pucherazo

Buff, ha cambiado mucho». Esto es lo que me dijo hace poco una empleada del Parlamento de Nafarroa cuando acudí como invitado a una sesión de la Comisión de Industria. El edificio presentaba el mismo aspecto y la Comisión también: caras distraídas y discursos vacíos en una sesión que, en ausencia de prensa, no tenía ningún interés para los propios miembros de la Comisión. Las mismas corbatas, los mismos vestidos, las mismas butacas... ¿Qué era, pues, lo que había cambiado desde que hace seis años dejé de ser parlamentario? Faltaba algo. Faltaba aquella gente del pueblo, los que se negaban obstinadamente a adoptar las maneras de los políticos encorbatados, aquella ráfaga de energía humana y política que desentonaba con el ambiente típico de un parlamento burgués de provincia (española). En el parlamentico, como le llamaba alguno, nunca ha habido demasiada vida; sin ellos, sin ellas, es un cadáver tan sólo animado por las cada vez más numerosas movilizaciones de currelas a sus puertas.

Ahora llega el apartheid también al Parlamento de Gasteiz; pronto empezaremos a percibir el hedor. Pero hay vida después del pucherazo. De hecho, ahora, la vida está fuera de las cámaras (mortuorias). En ocasiones es el adversario el que indica con su actuación dónde están los nudos gordianos del conflicto. El pacto UPN-PSOE, la exclusión de la izquierda abertzale en el Parlamento navarro o las razzias policiales en Iruñerria son medidas para asegurar el control sobre Nafarroa y gripar el proceso de liberación. Muchas veces los golpes represivos se inician en este territorio para luego extenderse a todo Euskal Herria.

Ahora que el apartheid ya está establecido en los dos parlamentos autonómicos de la Euskal Herria peninsular (mientras que nos siguen negando una institución propia en la parte continental), es el momento para abordar decididamente la hoja de ruta de los independentistas. Nuestra agenda ya no la marcan los parlamentos (a decir verdad, el de Nafarroa no la marcó nunca). Construyamos pues una agenda propia que marque la dinámica social y política de este país, con el epicentro en Iruñea.

2012, V centenario de la conquista de Nafarroa, está a la vista; ahí se va a dar el choque de trenes entre el proyecto español de dependencia y el de independencia. Preparemos la locomotora.

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