ANTÁRTIDA Expedición
2.050 metros, 54 largos, 6c y A4 Bajo el intenso frío polar antártico
Andoni ARABAOLAZA
Las esbeltas y estéticas moles graníticas de la Antártida no cabe duda que son muy sugerentes para cualquier alpinista que quiera experimentar nuevas sensaciones. Siempre han sido un reto para esos soñadores, pero, como se supone, no son demasiados los que se atreven a viajar a esas paredes que emergen de los hielos perpetuos. Primero, porque el viaje resulta bastante caro, y segundo, porque las condiciones en esas latitudes son realmente extremas.
A pesar de todo, durante esta pasada temporada de la Antártida, dos expediciones han querido «saborear» algunas de las paredes más emblemáticas de la zona llamada Queen Maud Land o Tierra de la Reina Maud.
El Grupo Militar de Alta Montaña francés, por ejemplo, ha realizado actividades muy interesantes. Repartidos en varias cordadas, Sébastien Ratel, Dimitri Muñoz, Lionel Albrieux, Didier Jourdain, Thomas Faucheur y François Savary se han hecho con el Pilar Norte del Holstind (2.577 m): vía Pilier de Choudens Renard, 650 m, 19 largos y dificultades en terreno virgen de A2 y A3. También realizan cuatro primeras ascensiones en la zona King Olaf Mountains; unas montañas que se encuentran a unos pocos kilómetros del campo base. Y la mejor actividad, eso sí, sin cima, la desarrollaron en la cresta sur del Ulvetanna. Escalan el poderoso pilar característico inicial, atraviesan un expuesto plateau de nieve, prosiguen por la arista y se dan media vuelta a 100-150 metros de la cima por la previsión de un cambio drástico en el tiempo. En total, fueron 24 horas de escalada ininterrumpidas.
Los segundos protagonistas en escena son mucho más célebres y/o mediáticos. ¿Quiénes no conocen a los hermanos alemanes Thomas y Alex Huber y al suizo Stephan Siegrist?. Pues bien, este trío llevó a cabo una expedición de seis semanas entre los pasados diciembre y enero con un resultado sobresaliente: 2.050 metros de escalada, 54 largos y dificultades técnicas de 6c y A4.
GARA se ha puesto en contacto con los protagonistas de esta última expedición para que, en términos generales, nos dieran los pormenores de sus actividades. Para empezar, Alex Huber nos habla de los propósitos de la expedición.
Un objetivo muy difícil pero al mismo tiempo realmente sugerente: escalada en libre. «Aquellas moles tienen una belleza espectacular. Nos motivamos al ver unas fotos de una expedicición noruega del 95; los primeros en el Ulvetanna. Nos pilló su belleza, y siempre he soñado con ella. Ha sido la expedición más bonita de mi vida. El increíble paisaje, las montañas tiesas, la dificultad de las paredes... son factores con los que sueña todo alpinista», adelanta Huber.
El resultado ha sido muy satisfactorio a pesar de que no han podido redondear totalmente su objetivo de hacer en libre todas las vías escaladas. El resultado es el siguiente. En el Ulvetanna (2.931 m), tercera ascensión y primera por el espolón oeste: vía Sound of silence (6c, A2, 850 m, 60º, 20 largos). En el Holtanna (2.650 m), nueva vía, Skywalk, enteramente en libre: cuarta ascensión y primera en libre con 450 metros, 6a y 10 largos. Y en el mismo colmillo, tercera ascensión y primera de la cara oeste: ruta Eiszeit (6b, A4, 750 m, 24 tiradas).
Frío y roca rota
Fuertes tormentas, viento y frío intenso. Sí, Siegrist y los Huber han tenido que pelear con ese trío pero, como hemos adelantado con sus actividades, no se amilanaron. Tienen mucha experiencia en duros escenarios como Himalaya, Karakorum o Patagonia: «La aventura es definitivamente escalar en terrenos fríos. Como en las montañas altas del Himalaya, en la Antártida el frío también es enorme. La diferencia es que en esta última lo tienes que sufrir durante todo el día, y en las montañas del Himalaya sólo durante el ataque».
Algunas anteriores expediciones ya les habían adelantado: «La escalada libre con esas temperaturas no es actualmente imaginable». Pero la cordada suizo-alemana tenía ganas de apostar fuerte, lo hizo y no se quedaron ni mucho menos cortos. Frío sí, pero hubo otro elemento, como nos afirma Huber, que no les dejó sellar su sueño: «La cara oeste del Holtanna no se puede escalar en libre. Hay tres largos imposibles de superarlos en libre en la mitad de la pared. No tengo ninguna duda de que el frío limita la posibilidad de la escalada en libre, pero todavía es más determinante la mala calidad de la roca. ¡No he visto en mi vida un granito tan descompuesto! Las montañas son fantásticas, las paredes impresionantes, las líneas no pueden ser más perfectas... pero nunca he visto una roca tan mala. Sólo se puede escalar en fisuras que son suficientemente grandes, y es que no puedes quedarte de las presas que hay en la pared; literalmente se rompen».
A pesar de todo, abrían en la oeste del Holtanna 750 metros de nueva vía, con 24 tiradas y dificultades de 6b y A4: Eiszeit. Una semana más tarde, los tres expedicionarios escalaban el espolón norte de la misma montaña. Eso sí, en libre y con dificultades moderadas: 6a y 450 metros. Y para terminar con el viaje, aprovechando una ventana de buen tiempo, se acercan al Ulvetanna, y en su espolón oeste abren Sound of silence: 6c, 850 m, 60º y 20 largos.
Terminan la estancia en la Tierra de la Reina Maud, y llega la hora para el balance: «Hemos realizado tres ascensiones diferentes. Skywalk es la línea perfecta para realizar una ascensión en libre del Holtanna. La escalada no supera el 6a+, y abrimos la vía en una sola jornada. Eiszeit, en cambio, ha sido la vía extrema y más dura de toda la expedición. En total, fueron ocho duran jornadas de apertura en estilo cápsula. Fijamos los primeros 300 metros, pero luego partimos del suelo para terminar la nueva ruta en cuatro días más. Todos los largos son difíciles, y las tres únicas tiradas de artificial son de A4. Pero ésas no son las tiradas más difíciles. Las dificultades más duras las encontramos en los largos de libre, que son largos que se escalan mayoritariamente en chimeneas y offwidth. Hemos superado esos largos de A4 con temperaturas de -20º. El frío no era la mayor dificultad, sino el ritmo lento que llevas en esos largos. Y eso que hemos tenido que soportar embestidas de hasta 50º bajo cero. En términos generales, el Ulvetanna a los tres nos ha parecido la montaña más difícil de la Antártida; incluso más difícil que la Torre Egger, Cerro Torre y Fitz Roy».
Seis semanas en total en las montañas más representativas de la Tierra de la Reina Maud, haciendo frente a las hostilidades de la Antártida (frío extremo, viento y tormentas contínuas), y, si fuera poco, como guinda, a la hora de escalar una roca realmente pobre y mala. Como nos aseguraba Huber, seguramente la «culpable» de no poder escalar todas las vías en libre.
También preguntábamos al alpinista alemán sobre la soledad que se vive en aquellos parajes del desierto blanco. Eso sí, en esta ocasión, tuvieron la compañía del Groupe Militaire de Haute Montagne francés: «Para muchos la aventura total quizá sea estar totalmente solos en el lugar escogido para la escalada. En mi opinión, no hay una diferencia importante. Tengo claro que los alpinistas franceses han tenido la misma pasión que nosotros. Además, en realidad, ha sido una buena experiencia compatir nuestra pasión allí. ¡Lo hemos pasado muy bien juntos!».
Siegrist y los hermanos Huber, a pesar de no lograr todos sus objetivos en libre, han realizado actividades de un gran nivel. En total, han realizado tres nuevas vías en el Ulvetanna y el Holtanna.
Los alpinistas tuvieron que hacer frente a un frío extremo (hasta los -50º), tormentas y fuertes vientos. También se encontraron con la peor calidad de roca de sus vidas. Lo dieron todo, y regresaron muy contentos con el resultado final.
Para los componentes de la expedición, el Ulvetanna es el monte más difícil de la Antártida; incluso más difícil que montañas de Patagonia como la Torre Egger, el Cerro Torre y el Fitz Roy.
Junto a la cordada suizo-alemana también realizaron actividades de calidad miembros del Groupe Militaire francés de Haute Montagne. Entre otras, escalan en el Holstind, los King Olaf Mountains y el Ulvetanna.