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La cultura catalana del fuego, en pie de guerra frente a Bruselas y Madrid

Es difícil encontrar una fiesta arraigada en los Països Catalans donde el fuego no sea uno de los protagonistas de la celebración. Así que no sorprende que las agrupaciones de demonios, el bestiario de fuego y las comisiones falleras hayan sacado a miles de personas a la calle para defender la cultura del fuego frente a una directiva europea que puede poner en peligro la sucesión de festejos tradicionales de la costa mediterránea.
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Laia ALTARRIBA | PIGUILLEM

«Nos hemos encontrado con un choque de culturas». Éste es el diagnóstico que hace Sergi Montaner de la directiva de la Unión Europea 2007/23/CE que pone límites al uso de la pirotecnia y que, según cómo se trasponga en la legislación estatal española, puede hacer peligrar los elementos centrales de muchas celebraciones de los Països Catalans.

Montaner es el coordinador de la Patum infantil, es decir, el responsable del grupo infantil de los bailes que salen en la tradicional fiesta de la Patum, en Berga. Fuego y Patum son uno y, desde pequeños, los habitantes del municipio aprenden a querer y a bailar con el fuego. Cuando Montaner habla de choque de culturas se refiere a que la Europa del norte no ha tenido en cuenta en el momento de hacer la directiva la importancia del fuego en las celebraciones populares.

No obstante, los diputados del sur debieron influir sobre los legisladores, ya que la normativa contempla excepciones que deberá fijar cada Estado. Ahora, pues, la pelota se encuentra en el tejado del Estado español. El límite para adaptar la normativa es el 4 de enero de 2010, y las agrupaciones culturales catalanas se han movilizado para que antes de esa fecha esté garantizada la continuidad del fuego en las celebraciones. Parece que los políticos se han puesto a trabajar en sentido positivo para la cultura, pero las agrupaciones van a seguir el proceso muy de cerca para impedir que les pongan en peligro.

Fue precisamente Berga quien acogió la movilización más multitudinaria de las que ha habido las últimas semanas: más de 20.000 personas abarrotaron las callejuelas de la población el pasado 7 de febrero. Pep Enric, presidente de la Federació de Diables del Principat, se dirigía a los manifestantes: «Los Països Catalans tenemos una cultura propia y sólo pedimos poderla mantener».

Quien aún se llevó más aplausos fue una niña de la Patum infantil cuando pidió desde el balcón del Ayuntamiento que les dejen vivir su fiesta en paz. Por contra, algunos de los representantes institucionales que quisieron hacerse visibles en Berga tuvieron que oír algunos silbidos. Los asistentes estaban indignados, sobre todo porque, hasta que la gente no ha salido a la calle, los cargos políticos no han reaccionado para defender la cultura catalana del fuego. El mismo día, cientos de personas se manifestaban bajo la misma convocatoria en Palma de Mallorca y Castelló de la Plana.

Los artículos de la polémica

Hay distintos aspectos de la legislación que preocupan. Uno es la prohibición a los menores de 12 años de manipular cualquier artefacto pirotécnico, puesto que niños y niñas participan activamente en muchas de la fiestas donde el fuego está presente. También es polémica la delimitación de un perímetro vacío de 8 o 15 metros para tirar petardos, pues haría imposible los correfocs, unos pasacalles muy populares en todo el país donde los demonios y el bestiario persiguen al público con cohetes atados a unos mazos. Otro aspecto que ha alarmado a las agrupaciones es vetar el uso de material pirotécnico de trayectoria errática o imprevisible, una tipología de petardos muy usada en las comarcas valencianas. Y, finalmente, preocupa la prohibición de lanzar tracas que superen los 120 decibelios, pues significaría el fin de las mascletades valencianas.

Las instituciones catalanas han respondido rápidamente a la movilización. La Generalitat de Catalunya ya está elaborando el catálogo de fiestas que pedirá al Gobierno español que incluya como excepciones a la normativa.

Por su parte, la Generalitat Valenciana también ha querido calmar los ánimos de agrupaciones de demonios y falleros. Felip Pineda informó que la semana pasada el conseller de Governació, Serafino Castellano, se iba a reunir con las federaciones culturales vinculadas a la pólvora y con representantes municipales para buscar soluciones conjuntas frente a la directiva europea. La respuesta del Gobierno valenciano satisface a estos grupos culturales, explica el tesorero de la Federació de Dimonis i Diables del País Valencià, Jesús Soriano: «Valoramos la actitud de la Generalitat, y les tomamos la palabra para que no haga peligrar las celebraciones en los más de 200 municipios valencianos que se verían afectados». Y también confía que el Gobierno de Madrid respete su palabra cuando aseguró que las tradiciones pirotécnicas no peligraban, aunque concluye que todo depende de «la voluntad política».

Montaner, Soriano y el resto de amantes de la pólvora saben que las instituciones autonómicas no se pueden arriesgar a tener la población en contra y que apoyarán sus demandas, pero esperan que la respuesta de Madrid también sea positiva.

MOVILIZACIÓN

El municipio de Berga acogió una multitudinaria movilización donde 20.000 personas abarrotaron las callejuelas de la población y aplaudieron a una niña de la Patum infantil que reclamó que les dejen vivir su fiesta en paz.

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