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La desconocida historia de la ciencia vasca a través de ochenta biografías

Al gran Unamuno le gustaba decir que «siempre han inventado ellos», en referencia a los muchos inventos que venían del resto de Europa. Pero no era cierto. Un libro con biografías de 80 científicos e ingenieros vascos de los siglos XVII-XX le quita la razón.
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Joseba VIVANCO

Seguramente lo desconozcan, pero durante el siglo XVII un navarro de nombre Jerónimo de Ayanz llegó a alumbrar hasta 48 inventos, a cada cual más sorprendente, como la primera patente mundial de lo que podríamos llamar `máquina de vapor' o la del primer submarino. De su talla inventiva, un dato: en 1602 logró por primera vez en la historia que un hombre aguantara una hora bajo el agua, con su equipo de buceo.

La suya es una de las increíbles, y desgracidamente desconocidas, historias de nada menos que 80 científicos e ingenieros vascos que un investigador oñatiarra, Aitor Anduaga Egaña, ha recopilado en la inusual obra ``Scientia in Vasconia'' (Ttarttalo). En sus 284 páginas se detallan las personalidades de estos personajes que entre los siglos XVI y XX llevaron la contraria a Unamuno.

Como reflexiona quien ha recopilado todas estas biografías, «son pocos los que han conseguido superar la barrera del silencio y del olvido» de la historia. ¿Estamos, entonces, ante un libro que quiere hacer justicia? Su autor lo tiene claro: «La tecnología y en menor medida la ciencia han sido un ingrediente básico de la sociedad vasca. Pero, por desgracia, no parece que ésta sea la percepción de la mayoría de los ciudadanos. Por diferentes razones su historia ha sido bastante maltratada y expuesta al desinterés y desconocimiento general. Así como en muchos países es relativamente sencillo enumerar una lista de científicos e ingenieros que contribuyeron a avances en ciencia y tecnología, en nuestro país son muy pocos los personajes que se conocen».

Esta reflexión lleva a este doctor en Ciencias Físicas y licenciado en Filosofía a preguntarse si «este hecho demuestra no sólo desinterés, sino también, y sobre todo, una gran falta de cultura histórica. Yo me pregunto, ¿no estaremos avanzando hacia una sociedad `bien informada', en lo que se refiere a ciencia y tecnología, pero que se ha convertido en un mero agente pasivo, sin conciencia, de nuestro propio pasado?».

Así, para irradiar ese necesario interés por nuestro pasado `científico e inventor', el lector se va a encontrar en esta recopilación con «historias sorprendentes», garantiza Aduaga. «En algunos casos, increíbles, me atravería a decir», añade. Como la de dos personajes poco conocidos, como fueron Ramón Iribarren o José Manuel de Sendagorta.

El primero, ingeniero marítimo irunés del siglo pasado, fue quizá uno de los más brillantes de nuestro país. Pionero en las obras exteriores de los puertos, desarrolló el llamado «método de los planos de oleaje», un hito en la técnica marítima. El otro personaje, ingeniero aeronáutico, realizó algunos de los proyectos más complejos del país en su tiempo, como el superpuerto de Bilbo, el aeropuerto de Sondika, la autopista Bilbo-Behobia y también la central de Lemoiz, proyecto paralizado tras años de lucha.

En el libro no faltan nombre más conocidos como los de Heraclio Alfaro (1983-1962), gran inventor aeronáutico y quien sabe si el piloto más joven del mundo a sus 16 años, y autor del ``Alfaro I'', un hito en la historia de la aviación. O Jerónimo de Ayanz (1553-1613), el caballero inventor; Evaristo de Churruca (1841-1917), el «inventor» de la Ría bilbaina; Mariano Doporto (1902-1964), nuestro primer hombre del tiempo y meteorólogo de fama mundial.

Pocas, pero también mujeres

Pero la lista es muy larga. En estas páginas no faltan los nombres de los hermanos Elhuyar, Antonie d´Abbadie, Villareal de Berriz, Carlos Santamaría, Andrés de Poza y muchos otros. Pero, ¿y las mujeres? Pues pocas, pero las hay.

El libro recoge la vida de tres de ellas: Felisa Martín, Martina Casiano y Dorotea Barnés, que se dedicaron a la física y a la química. «No hay que olvidar -recuerda el autor- que la ciencia ha sido siempre dominio casi exclusivo de los hombres, y que las pocas becas para investigación concedidas a mujeres lo fueron casi siempre para aspectos pedagógicos de la ciencia».

La donostiarra Felisa Martín, por ejemplo, fue la primera doctora en Física en el Estado (en 1926). Casiano, por su parte, escribió el libro ``Experimentos de Física'' en una fecha tan temprana como 1915. Anduaga, no obstante, aclara que «más allá del hecho anecdótico, lo que me ha interesado mostrar es que el camino hacia la igualdad de géneros fue igual de tortuoso a lo largo de la historia de la ciencia que de la historia en general».

Este investigador invita a acercarse a esta parte destacada de nuestro pasado, haciéndolo de una manera amena y divulgativa, como está escrito ``Scientia in Vasconia''. Sobre todo porque atesora muchas sorpresas, debidas principalmente a esa falta de cultura histórica.

Este libro, único en la bibliografía vasca, nos descubre que «detrás de los tópicos siempre han faltado investigaciones históricas. Nuestra sociedad ha estado acostumbrada a tomar iniciativas, y entre éstas algunas se caracterizaron por ser originales y novedosas. También es verdad que la innovación, entendida como la aplicación de nuevas ideas o productos que sean útiles para aumentar la productividad, es un concepto actual. Pero que en el siglo XIX para aumentar la productividad fuera más útil importar o copiar que innovar, no significa que no se inventara o se innovara». Y estas 80 biografías dan fe de ello.

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