Cada año hay una historia. O mejor dicho, cada año, se repite la historia. La NBA es una competición que se presta a diferentes tipos de protagonismo a lo largo de sus dos fases diferenciadas: la temporada regular y las eliminatorias por el título.

Ambos momentos requieren de diferentes cualidades para salir airosos. La temporada regular es una especie de carrera de fondo. Una maratón con tiempos mínimos para los que prefieren levantarse de la cama unos minutos más tarde. Sin embargo, los play off son como un combate de boxeo. La hora de la verdad. Una lucha a vida o muerte no sólo contra tu rival, también contra tus propios miedos.

Son los Jazz de Utah los que firman la racha positiva más longeva de la NBA en la actualidad. 11 partidos seguidos sin conocer la derrota. Son los de Jerry Sloan unos corredores de fondo natos. Siempre en play offs, incluso en momentos de transición o reconstrucción. Equipos cerebrales y equilibrados que siempre acaban dando el 120% de sus posibilidades.

Sin su mayor estrella en la cancha, Carlos Boozer, que arrastra problemas en una rodilla desde hace semanas, han logrado encadenar una serie de victorias totalmente espectacular. Y no sólo eso. No conocieron más que una derrota en febrero llevándose por delante a Los Angeles Lakers y Boston Celtics. En lo que va de marzo tampoco han sido derrotados.

Sin Boozer, es Deron Williams quien ha cogido el timón de la nave de los Jazz. El base ha firmado 19,5 puntos y 12,4 asistencias por partido en el reciente episodio de victorias. Más que el protagonista, Williams acaba siendo el hombre orquesta de un equipo capaz de anotar desde casi todas sus posiciones en la cancha.

Ahí es donde entra en juego Jerry Sloan. Tan mítico como huraño y tacaño, el sempiterno técnico jefe de los Jazz es capaz de convertir en una importante pieza del engranaje a un jugador predestinado a la mediocridad. Toda una virtud. No necesita estrellas de primera mano en una liga con superávit. Todo un cargo que asumir, por otra parte. Quizá en play offs, alguna estrella de más quilates le hubiese dado alguna alegría mayor a Utah.

Mehmet Okur es el hombre fuerte en la pintura en ausencia de Boozer. Todo lo hace bien o todo lo hace a medias. La lectura siempre depende del signo final del luminoso. Con once positivos en el horizonte, es de perogrullo pensar que el trabajo de Okur es óptimo. Paul Millsap y Ronnie Brewer son los otros dos puntales del equipo titular.

Los Jazz son una circunferencia, simple pero perfecta. Si no encesta Okur, lo harán Millsap o Brewer. Si el quinteto titular no carbura como es debido, el banquillo tiene poderosas razones para dormir tranquilo: Andrei Kirilenko, Matt Harpring y Kyle Korver. O casi cualquiera, con Sloan en el banquillo y Deron Williams al volante, no hay más que trabajar hasta el límite para que un día la pelotita acabe entrando.

Como siempre suele ocurrir en estos casos, la duda es saber hasta cuando durará el sueño de Utah. Y aunque en la NBA no hay rival pequeño, parece que los Jazz podrían vivir una semana tranquila hasta que este domingo visiten la cancha de los Magic de Orlando.