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Iulen Lizaso Aldalur Colaborador social

Crisis sí, pero ¿de qué?

El síntoma de que esta democracia está en crisis es el exceso de propaganda institucional y blindaje mediático y sindical

En una sociedad democrática como dicen que es la nuestra cada uno es libre de pasar su tiempo donde guste, siempre que lo haga por cuenta propia y gastos a su cargo.

A primeros de enero, ante las elecciones, se paralizó la actividad parlamentaria. Pasado el 1 de marzo ya sabemos que la lista mas votada es la del PNV, con 30 escaños. Pero, en base a estas leyes-horma, pudiera ser que el que maneje el timón en los próximos cuatro años sea otro.

Los candidatos del 10% del electorado han sido ilegalizados por otra ley-horma. A pesar de ello todos, incluso el lehendakari, aún hablan de un sistema de libertades políticas y democráticas, sin reparar en el deterioro cívico, la desatención a lo principal y el enmarañamiento político que suponen, como mínimo, estos dos «caprichos» legislativos.

También estas causas añaden efectos de golpeo a nuestras sufridas economías nacional y familiar, que unido al déficit de protección social nos hace más vulnerables que al resto de europeos. Si la fiebre de despidos es el primer síntoma de este enfermo desnutrido de democracia y carente de civismo, el sarpullido por inseguridad ciudadana puede ser el segundo; sus víctimas serán declaradas víctimas -pero ¿de que?-, o pasarán también a la cara oculta.

Una ley-goma permite estirar sus cortejos políticos y el reparto de la tarta en la bodega ¡otros 60 días! Sin prisas aunque zozobre el barco, pues aunque parados, ellos cobran igual. ¿Qué empresa solvente podría soportar esta falta de productividad y carga salarial?

Élites negociando entre sus empresas privadas, mientras la gran mayoría rema en galeras. Hacer avanzar así a ese pesado barco público, entre olas de ivas, irpfs, eres, euribores, fin del paro, embargos, intereses abusivos, penalizaciones arbitrarias, comisiones bancarias impertinentes, amenaza de despido gratuito, fraudes, corrupción, derroche... es un agravio.

Pudieran ser otros 60 días con el legislativo parado, cuando en campaña no han parado de decirnos todo lo que han hecho, cuántas vueltas han dado al timón y cuántas más van a dar si ganan. Mucha literatura (el doble, la mitad, más, menos, etcétera), pero ni un número sobre lo que hemos avanzado en la estadística de convergencia europea en estos cuatro años

El verbo no se llama «hacer», pues si hacen la mitad de lo que dicen, también es hacer. El verbo se llama «resolver». El síntoma de que esta democracia está en crisis es el exceso de propaganda institucional y blindaje mediático y sindical. El que los cauces de participación ciudadana y acceso popular a los medios de comunicación están bajo mínimos. Se dan mucho a la retórica, pero no se ven avances hacia el cambio real... sólo recambios.

Para saber lo que hacen basta que hablen solos; para saber lo que resuelven, lo tienen que leer en nuestros ojos. Y hoy, en la cara oculta de este país, hay mucho llanto provocado, entre otras cosas, por un sistema que no levanta cabeza para verlo... y resolver.

Reconozco que esto es duro de escuchar; también para mí el decirlo con esta crudeza, de verdad. No me gusta la crítica gratuita, sí la revulsiva, con optimismo de cambio. Pero, visto lo visto en la campaña electoral... necesitaba dar este puñetazo en la mesa.

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