Análisis
Un ataque que se venía anunciando
La marcha del proceso de paz no parece peligrar, pero es evidente que el cumplimiento del Acuerdo de Viernes Santo en todos sus ámbitos es una condición para que no acabe bloqueado y no cree desilusión en la ciudadanía.
Txente REKONDO Gabinete vasco de Análisis Internacional (GAIN)
El atentado del sábado contra una base militar británica en el norte de Irlanda por parte del IRA Auténtico busca, según el autor, crear mayores contradicciones en el seno del republicanismo y entorpecer la labor de Sinn Féin, que apuesta claramente por el proceso de paz, además de perseguir que Londres incremente la presencia de los soldados británicos en las calles norirlandesas.
El ataque contra una base militar británica en el norte de Irlanda ha desatado una avalancha de comentarios y análisis sobre la marcha del proceso de paz o sobre los obstáculos que éste afrontará tras esa acción de los disidentes republicanos.
Los avisos de los responsables de la seguridad en la zona llevaban desde hace varias semanas indicando la posibilidad de que este tipo de acciones tuvieran lugar, aunque la mayoría de los informes apuntaban a que el objetivo sería un policía, con grandes posibilidades, además, que éste fuera católico.
Desde hace ya tiempo que los «microgrupos» disidentes tienen como objetivos a las fuerzas de seguridad y al movimiento republicano encabezado por Sinn Féin, que apuesta claramente por el proceso de paz. En este contexto, se puede observar cómo los ataques y la estrategia de los disidentes republicanos buscan entorpecer la labor de Sinn Féin.
Más allá de la coyuntura del actual ataque, es evidente que sus autores persiguen varios objetivos. Por un lado, estarían buscando la fotografía de algún dirigente del movimiento republicano en el funeral de un policía o un soldado y, por otro lado, pretenden que desde Londres se vuelva a impulsar la presencia militar británica en las calles del norte de Irlanda, dando más argumentos a quienes reclaman que ésta aún no ha concluido.
Si bien es cierto que la presencia británica no ha acabado, también es verdad que la estrategia republicana en torno al proceso de paz ha logrado que ésta sea la más pequeña en muchos años (de cerca de 30.000 se ha pasado a menos de 5.000).
El intento de crear mayores contradicciones dentro de las bases del republicanismo, mayoritariamente situadas en Sinn Féin, es uno de los motores de las acciones disidentes. Por eso hay que ubicar en ese contexto la respuesta de los dirigentes del partido republicano, interpretada como «una declaración políticamente calculada».
Tras presentar el ataque como una acción contra el proceso de paz, Sinn Féin se ha reafirmado en su objetivo de acabar con la «ley británica» en Irlanda por medios pacíficos y democráticos. En su comunicado, ha resaltado también otros aspecto clave, que pasan intencionada- mente desapercibidos para algunos medios, como es la existencia de «elementos dentro del unionismo y del propio sistema británico» que no desean que el proceso de paz cumpla sus objetivos, en una clara alusión a los llamados «segurócratas».
En los últimos meses han aparecido por doquier nuevos grupos que se han escindido del RIRA, CIRA o INLA, lo que ha hecho que algunos portavoces políticos cercanos a ellos, como 32CSM, denuncien que algunos de estos nuevos grupos estarían actuando «bajo las órdenes de la Inteligencia británica». Algunas fuentes apuntan, asimismo, a ese abanico de nuevos grupos (Óglaigh na hÉireann-OHN, Irish Republican Liberation Army-IRLA, Saor Uladh-Ulster Libre o Irish Republican Brotherhood-IRB) como focos de reunión de individuos relacionados con el tráfico de drogas y con bandas de ladrones. De ahí que muchas de sus acciones estén ligadas al narcotráfico, a robos o a extorsiones, y que intenten barnizarlas bajo el manto de los principios republicanos, algo que han rechazado de plano los portavoces de las comunidades afectadas.
La presencia de estos «micro grupos» es una constante en la escena política del norte de Irlanda, aunque la mayoría de ellos apenas cuentan con apoyo entre la comunidad y tienen serias deficiencias de militantes y armamento. Pero a pesar de todo ello han demostrado que pueden realizar ataques de distinto tipo. Sólo desde noviembre se han contabilizado más de quince acciones (disparos, bombas, palizas...).
También deben tenerse en cuenta otros aspectos del ataque contra la base de Massereene. Uno de ellos es la elección del lugar, en el condado de Antrim, considerado el corazón de la comunidad protestante. Otro, su repercusión mediática y, paralelamente, la anulación del viaje a Estados Unidos de Robinson y McGuiness, donde se escenificaría una cierta unión de cara al mundo. Además, atentan- do contra la base militar se lanza un serio aviso a todos aquellos que colaboran de una u otra forma con las fuerzas británicas (estaciones de servicio, alimentación o construcción).
La marcha del proceso de paz no parece peligrar por el momento, pero es evidente que su cumplimiento es una condición para que no acabe atascado y cree desilusión en la ciudadanía. Aspectos como la investigación sobre la colaboración de las fuerzas británicas y los grupos armados lealistas, la transferencia de poderes en materia judicial y policial, el desarme lealista y la profundización de las relaciones norte-sur de la isla tendrán su peso en la buena marcha o no del proceso de paz irlandés. Sin olvidar tampoco que el próximo mes de junio, las elecciones europeas se convertirán en un espacio de batalla entre las diferentes sensibilidades de la isla, tanto en el norte como en el sur.
El primer ministro norirlandés, el unionista Peter Robinson, reiteró que la acción de los disidentes republicanos es un «desafío», pero subrayó que «no hay marcha atrás» en el proceso político abierto.