Raimundo Fitero
Signos
Los noticiarios se están convirtiendo en un circuito de obstáculos. La simulación se han instaurado como lenguaje propio informativo y todo lo que parece evidente ser fruto de un rumor o un infundio se convierte en un signo para estigmatizar a personas, entidades o territorios. Solamente los resultados de las audiencias son capaces de descifrar algunos de los jeroglíficos que se fundamentan en la reiteración de imágenes cargadas de sospechas. La mezcolanza en la batidora de políticos, jueces, futbolistas y chamarileros solamente produce jugos malolientes con espesura de una suerte de plastilina formada a base de detritus mentales e ideológicos que huelen muy bien a orines y mierda sufrida. Estoy describiendo un panorama.
Las corbatas de Urkullu se sostienen con una estructura metálica de acero, el ausente Ibarretxe empaqueta sus maillots y el sindicato Erne descorcha botellas de sidra mientras está desconectado «mejorando el servicio» según reza su página web. Esto es lo que no se ve en los teleberris, pero cuando uno ha desarrollado la capacidad de completar el puzzle informativo a base de gastar pilas de su mando a distancia, descubre que el excelentísimo señor don Baltasar Garzón está dando demasiadas explicaciones y excusas, que Esperanza inaugura y preside actos mientras su espías mienten frente a sus señorías y las cámaras y que Antonio Basagoiti es un emergente, una figura de la actual política vasca, lo que en vez de provocarnos síntomas de depresión post pacto, nos debe servir de vacuna para los tiempos infecciosos que vienen.
Alivia algo que «CSI Las Vegas» nos acompañe la noche de los lunes y que siga siendo mucho mejor que las franquicias posteriores. También que tenga unos buenos resultados de audiencia lo que nos hace confiar en el futuro y que siga proporcionando temario, estructuras y resoluciones técnicas bastante solventes, todas verosímiles. En paralelo seguimos el caso de Marta del Castillo que se revela cada vez más como una chapuza mediática asquerosa. Y la Copa se juega en Valencia. Después de las fallas y de la beatificación de Francisco Camps y su sastre. Hay signos que son simples garabatos históricos.