Música en directo, botellas vacías y mucho, pero que mucho humo. Son los principales elementos de este club de Amsterdam de finales de los 50, al que acuden las «mujeres invisibles». Es un lugar donde pueden contar su historia. El primer trago corre a cuenta de la casa. Las botellas que se van vaciando noche tras noche se llenan de vida y, nunca se tirán. Dentro llevan el alma de la mujer que ha bebido de ella.

Vaivén Producciones estrena en el próximo puente de San José, en el Teatro Principal de Donostia, su montaje número 13: «El club de las mujeres invisibles». Según declaró la productora y actriz Ana Pimenta, la intención no es hablar del victimismo femenino, «tampoco sentimos fobia por los hombres», sino que habla de la invisibilidad en un sentido mucho más amplio: «Hablamos de la invisibilidad del desamor, de la mujer que no quiere ser madre, de la que sufre malos tratos, de la que está a la sombra de un genio, de la que sufre acoso sexual, de la que elige la invisibilidad antes que la visibilidad anodina que ofrece la sociedad de consumo, de la que atraviesa la menopausia... Hay todo un catálogo de mujeres atractivas».

Las actrices que dan vida a todas estas «mujeres invisibles» son Ana Pimenta, Vito Rogado, Dorleta Urretabizkaia y Ainara Ortega. Esta última pone voz, además de tocar el violín, a las canciones que Iñaki Salvador interpreta, en directo, al piano. El donostiarra ofrecerá una combinación de composiciones propias y temas conocidos tanto del jazz como de otros estilos, como un corrido de Chavela Vargas, por ejemplo.

Un amor truncado

Las historias de todas estas mujeres fueron encargadas a seis importantes autores: Jordi Galcerán, Aizpea Goenaga, Arantxa Iturbe, Juan Mayorga, Óscar Terol y Susana Terol. Después, Arantxa Iturbe y el director Fernando Bernués fueron los que hilaron todas esas historias. «No queríamos que fuese una sucesión de sketches. Aunque haya saltos en el tiempo, se sigue un hilo narrativo», explicó Bernués.

Ese hilo conductor lo conforma la historia de un amor truncado entre el pianista y la cantante del club. Él decide seguir con la música dejando el amor a un lado; ella, dueña del club, elige convertirse en invisible. Conoceremos también a la hija del pianista que, cuando tenía cinco años, visitó el club y ahora vuelve para conocer la historia de su padre. La obra irá saltando en el tiempo, por las diferentes historias, dejando visible que no han cambiado demasiado a pesar del paso de los años.

Aunque sea un espacio de ficción, los protagonistas subrayaron que, de alguna manera, es también muy real, porque «nos sirve para sacar del anonimato a todas esas personas que nos parece que merecen un espacio de reflexión en nuestra cabeza y también en nuestro corazón», aclaró Pimenta.