Aunque parezca mentira, sólo han pasado once días desde las elecciones al Parlamento de Gasteiz, pero a algunos se les ha caído la careta en esta semana y media. Ya resulta más que aburrido oír a los opinadores del entorno del PNV decir una y otra vez que sólo la lista más votada tiene legitimidad para acceder a la Lehendakaritza.

Me jode mucho -pero mucho, mucho- darle la razón a la derecha, pero en esta ocasión Miguel Sanz y Yolanda Barcina la tienen, puesto que los que defienden ahora el derecho divino de la lista más votada son los mismos que ya habían hecho las cuentas de la lechera pensando que aliándose con el PSN podrían desbancar a los dirigentes de UPN del Gobierno de Nafarroa, del Ayuntamiento de Iruñea y de los principales consistorios del herrialde. No hay más que recordar qué mal se tomaron la orden de Ferraz de mandar parar las conversaciones debido a la imperante razón de Estado. Hasta se inventaron la palabra agostazo, queriendo dar a entender que habían sufrido un pucherazo con el que les habían robado las poltronas.

Parece ser que lo que valía en Nafarroa no sirve en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Como las ilegalizaciones de las candidaturas de la izquierda abertzale, que ahora resulta que son una artera maniobra destinada a echar al PNV del poder, aunque para ello los candidatos hayan tenido que ir a la cárcel. Los mismos que ahora denuncian la Ley de Partidos únicamente por sus efectos no dijeron ni mu cuando en las municipales la anulación de candidaturas de la izquierda abertzale les brindó en bandeja, entre otros, el Ayuntamiento de Etxarri, en el que no hubieran ganado si hubieran estado todas las listas.

Pero esto tampoco es obstáculo para que Aintzane Ezenarro, la nueva Hillary Clinton de la política de Euskal Herria, diga que han derrotado a la izquierda abertzale «en la batalla ideológica». Y eso que Aralar ha sacado 62.000 votos y los ilegalizados, pese a la intensa persecución sufrida, 100.000. Y aún decían que la ilegalización perjudicaba a Aralar porque les impedía concurrir en igualdad de condiciones.