Luis Bandrés Profesor de la UPV/EHU
Hijo pródigo
Los que no han conocido la dictadura franquista funcionan con otros parámetros: ya no ha habido enemigo común, generalmente el nivel de formación suele ser superior al de sus progenitores, con lo que esto conlleva de creerse poseedores de la verdad respecto a aquéllos
Para muesta basta un botón», reza un viejo y conocido refrán y creo que aunque quizá en todos los casos, como todos los refranes, no sea cierto, en el caso que aquí me ocupa sí lo es. El origen de la opinión de lo aquí manifestado está en un sucedido que me ocurrió el domingo cuando acudía a votar.
En ese momento salía del colegio electoral una persona amiga que me consta que siempre ha votado al mundo de Herri Batasuna, en sus diversas variantes, el cual no era ningun joven fanático, sino de más de sesenta años, y, conociendo mi adscripción al PNV, me hizo una pregunta: «¿Qué tal?» y yo le respondí: «Con problemas para sacar a Ibarretxe», «No fastidies» me contestó, y yo: «Si todos votan lo que barrunto has votado tú, saldrá lo que Dios quiera» y él: «Venga, venga,...». Es decir, que hiciera él, o ellos, lo que hicieran, la seguridad de que en Ajuria Enea iba a haber un lehendakari abertzale era algo asegurado.
Tenía la seguridad de que en Gasteiz tendríamos un gobierno dirigido por un abertzale, con lo que esto trae como consecuencia, empezando por la orientación y el número de plazas actuales y futuras del mundo educativo, siguiendo por el cultural, por no hablar del económico o laboral, donde dentro de la crisis que estamos sufriendo, estamos en una situación y unas cotas mucho mejores que las del Estado, regido por el Partido Socialista. Las consecuencias de un cambio en Ajuria Enea serían tales que a mucha gente de esos mundos les afectarían de una manera muy directa, y como decimos en euskara, «Gero, gerokoa», pero ya será tarde.
Esta situación de confiar en que aunque yo vaya de «divino» y juegue a que otros me saquen las castañas del fuego, al final me las sacarán, es algo que se da mucho entre nosotros. ¿Quién no conoce gente de esa «izquierda» que vive como el más derechoso del mundo: viviendo en los mejores puntos de la villa, con lujoso automóvil, dándoles costosas carreras a sus hijos, gastando en viajes y en la nieve, etcétera? Ahora bien, a la hora de hablar, son más zurdos que Mikel Unanue en el frontón. Todos ellos cuentan con que aunque sus manifestaciones sean las que sean, su situación está asegurada, además doblemente asegurada para ellos, diría yo, ya que por un lado, por que es lo normal o debe serlo en una sociedad presuntamente normalizada, y por el otro, porque por pertenecer, o parecerlo, a ese proceloso «mundo» muchas veces violento para el que no es del clan tienen asegurada su situación. Y todos me entendéis.
Yo creo que en esta postura, además de la patente de seguridad arriba mencionada, hay algún complejo, cuyo nombre técnico se me escapa, ya que no he estudiado la carrera de psicología, (quiza el de «hijo pródigo»), pero me explicaré. El padre es el padre y el hijo es el hijo, esto quiere decir que, haga lo que haga el hijo, la obligación del padre es la de «comprenderle», «considerarle como equivocado, sí, pero debido a su edad o historial, pensando que alguna vez vendrá al redil».
Esto se da especialmente entre los nacidos en la década de los cuarenta, es decir, entre los que en su época de comenzar con el activismo, si es que empezaron alguna vez, estaba Franco en plena forma, con todo su aparato represivo en plena actividad y donde, fueras tu de las ideas que fueras, siempre que fueras antifascista, teníamos un enemigo común ante el que estábamos todos unidos: Franco.
Pero no nos confundamos los que ya somos de una cierta edad. Los que no han conocido la dictadura franquista funcionan con otros parámetros: ya no ha habido enemigo común, generalmente el nivel de formación suele ser superior al de sus progenitores, con lo que esto conlleva de creerse poseedores de la verdad respecto a aquéllos, y esto suele traer un posicionamiento que desprecia algo tan importante como es la experiencia, afortunadamente por lo que hemos podido ver, también ellos han votado de una manera racional para bien de todos.
De todos modos, en estas elecciones que han pasado, con varios escaños y un montón más de votos que el Partido Socialista, que ha obtenido PNV (así como el crecimiento de Aralar) creo que hay que felicitar también a esa juventud que teniendo en cuenta la realidad del País ha votado en consecuencia olvidándose de eso que he llamado «complejo de hijo pródigo».