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Crónica | Crisis en el proceso de paz irlandés

Los norirlandeses, por el proceso político y la unidad del Ejecutivo

El rechazo a las acciones de los grupos disidentes republicanos es la respuesta mayoritaria entre la mayoría de los norirlandeses, que no desean una vuelta a un conflicto que guarda para muchos memorias dolorosas.

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Soledad GALIANA

Ésta no ha sido una semana cualquiera. Las muertes de los soldados Patrick Azimkar y Mark Quinsey por disparos del IRA Auténtico, y del policía Stephen Carroll, en una acción reivindicada por el IRA de Continuidad, han reabierto la memoria de un conflicto no tan lejano para los norirlandeses. Sin embargo, el proceso de paz ha superado esta prueba de fuego, porque si para algo han servido los acontecimientos de la pasada semana es para demostrar que el proceso político irlandés está bien asentado en la clase política, y que el proyecto republicano de Sinn Féin no tiene nada que temer de los disidentes republicanos. Por supuesto que las acciones del IRA Auténtico y el IRA de Continuidad han tenido repercusión en esferas políticas y sociales, pero no han conseguido abrir una brecha entre republicanos y unionistas -que quizás han aparecido más unidos que de normal-, o paralizar la transferencia de poderes de Londres a Belfast -la ley fue aprobada el jueves por el Parlamento de Westminster-.

Desde un principio, los líderes republicanos Gerry Adams y Martin McGuinness advirtieron a los disidentes que sus acciones serían contraproducentes. La aprobación de la ley de transferencias es una prueba. Las muestras de unidad en contra de la violencia de los últimos días fueron, precisamente, una de las razones que animaron a los Lores a aprobar la ley. Y para contraproducentes, las situaciones creadas por estas acciones armadas, que motivaron desde las duras palabras de Martin McGuinness a los disidentes republicanos, a los que tachó de «traidores» a la causa republicana y al pueblo irlandés por ignorar con sus actos el apoyo mayoritario al proceso de paz que se demostró en el referéndum de 1998, hasta la presencia de una delegación republicana y una lealista en el funeral del oficial católico de la Policía norirlandesa, Stephen Carroll, que se celebró el viernes en Banbridge.

Reacción del líder del UDA

Jackie McDonald, considerado líder del UDA, acudió al funeral y felicitó a McGuinness por la firmeza de su condena, que aseguró que ha ayudado a «tranquilizar» a la comunidad lealista. McDonald reiteró que el UDA no tiene intención de vengarse, pero advirtió del riesgo de que aparezca algún grupo de «payasos» denominándose a sí mismos el «UDA Auténtico».

Otra de esas situaciones sorprendentes se produjo por la preocupación ante la posible reacción de la comunidad lealista y, especialmente, de los grupos paramilitares -hay que recordar no han iniciado un proceso de decomiso aunque, finalmente, se hayan sumado al alto el fuego-. Por ello es significativo que justamente el día anterior al entierro de Carroll, el alcalde de Belfast, el republicano Tom Hartley, se reuniera con una delegación del Grupo de Investigación Política del Ulster (UPRG), un grupo alineado con el UDA. Hartley explicó que ya había habido contactos entre lealistas y republicanos en el pasado, por ejemplo, durante las marchas orangistas para evitar enfrentamientos entre las respectivas comunidades, «sin embargo, es importante que los líderes políticos continuemos redoblando nuestros esfuerzos para mantener la calma en nuestras calles y poner fin a estas acciones armadas estériles», reiteró el alcalde republicano.

Avalar las tesis de Orde

Frankie Gallagher, del UPRG, resaltó el paso histórico que marcó este primer encuentro con los republicanos y lo calificó como «el cruce del Rubicón» para su organización. Subrayó que, a pesar de sus diferencias, han encontrado áreas comunes sobre las que pueden trabajar.

Igual de contraproducente resulta que con sus acciones hayan venido a avalar al jefe de la Policía norirlandesa, Hugh Orde, que pidió el regreso al norte de Irlanda de las fuerzas de inteligencia y militares británicas para ayudar a la Policía en labores de contraespionaje. Su petición salió a la luz tan sólo días antes de la acción que costó la vida a los dos soldados en la base de Massereene, en Antrim.

Con estas acciones armadas han dejado sin argumentos a los partidos nacionalistas, Sinn Féin y SDLP, en sus críticas contra Orde y sus exigencias de que las fuerzas militares especiales abandonen el norte de Irlanda lo antes posible.

La cuestión es cómo ha percibido la ciudadanía norirlandesa estas acciones. Comentarios publicados en el periódico «Andersontown News» muestran una comunidad republicana en West Belfast dividida en su opinión. Mientras los más jóvenes -aquellos que no han vivido la experiencia de los treinta años de conflicto- se muestran más críticos con Sinn Féin debido a la frustración por la lentitud en el avance del proceso -«Sinn Féin no ha cumplido con la promesa de una Irlanda unida y la Policía no ha cambiado»-, la mayoría de la población adulta ha expresado su oposición.

Una mujer de edad, por ejemplo, afirmó que lo ocurrido «es terrible, ya vivimos esto hace años y no hay necesidad de sufrirlo de nuevo». «Es un desastre, han intentado romper el proceso de paz», añadió un matrimonio. En Belfast, una ciudad en la que siempre se ha dicho que los muros hablan por las comunidades, los vecinos de Vancuver Street han decidido reividicar su palabra, pidiendo al Ayuntamiento que borrara una pintada que se mofaba de los dos soldados británicos por disparos del IRA Auténtico. El concejal republicano Tierna Cunninghan explicó que los vecinos no querían ser asociados con las muertes y, por ello, pidieron que se eliminara la pintada.

Y en la era digital, los comentarios en los blogs de las páginas web de los periódicos norirlandeses son otro reflejo de la opinión pública. En su mayoría, apoyan la unidad mostrada por el viceprimer ministro republicano, Martin McGuinness, y el primer ministro unionista, Peter Robinson, en su condena.

Patrick, un lector del «Belfast Telegraph», consideraba que «un frente unido es la manera de que este episodio violento (esperemos que breve) llegue a una conclusión satisfactoria». Por su parte, Aoibheann escribía que «es fantástico ver a los líderes de todos los partidos unos al lado de otros, unidos en su enfado y determinación para que estos asesinos sean llevados a la justicia. Creo que hablo en nombre de la mayoría de la gente en Irlanda del Norte cuando pido al CIRA y a todos los disidentes que abandonen esta campaña. Todo lo que queremos es paz».

Críticas a Adams

También hay, por supuesto, espacio para la crítica, como la de Kevin O, que acusó a Gerry Adams de «traidor por su colaboración con el enemigo». En su opinión, «incidentes como los que han tenido lugar en los últimos días en Irlanda del Norte sólo desaparecerán cuando Inglaterra ponga fin a su ocupación ilegal e inmoral de la nación soberana Irlanda».

El contraataque llegó de la mano de Greg, que en defensa de Adams subrayó que «el pueblo no va a ser forzado a decidir el futuro de esta nación por medio del disparo o el asesinato; es hora de que lo aceptéis».

Disturbios durante un registro en Lurgan

Grupos de jóvenes arrojaron el sábado piedras y cócteles molotov contra la Policía en Lurgan durante el registro de una vivienda en la que se encontraron armas y municiones. Uno de los cinco detenidos por el tiroteo y muerte de dos soldados en el norte de Irlanda es el conocido republicano Colin Duffy, de Lurgan, que rompió sus relaciones con Sinn Féin por su compromiso de unirse al Consejo Policial y aceptar el papel de la Policía norirlandesa. Duffy se unió a Eirigi, un grupo de presión, que afirmó en un comunicado que «no apoya a organizaciones armadas». Los otros sospechosos fueron detenidos en Lurgan, el condado de Down, y en Bellaghy, en el condado de Derry. S. G.

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