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El esquí alpino corona como campeones a dos agridulces biografías

Aksel Lund Svindal y Lindsay Vonn son desde este pasado fin de semana los nuevos reyes de la nieve tras haberse impuesto en el Campeonato del Mundo de Esquí Alpino. Dos extraordinarios deportistas, con tantas aventuras en su historial profesional, como en el personal.

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Koldo AKORDARREMENTERIA

Aare ha sido la localidad escandinava escogida para acoger los Campeonatos del Mundo de Esquí Alpino 2009. Tras un intenso torneo, Lindsay Vonn ha sido la clara vencedora en el terreno femenino, mientras que Lund Svindal ha tenido que pelear hasta el último segundo por hacerse con el trofeo en el campo masculino. Los dos son bicampeones, pero tienen otro elemento común: ambos son fruto de interesantes historias que han forjado su carácter hasta convertirles en lo que son hoy.

Aksel Lund Svindal congrega en su persona todas las cualidades que se le deben suponer a un gran deportista. Luchador, competitivo, respetuoso y de firmes convicciones. Hablar de Svindal es tomar en boca el nombre de uno de los grandes del esquí, pero no únicamente por su prometedora carrera deportiva. Y es que su vida personal también ha sido objeto de admiración por todo aquel que la conoce.

Tras esa imagen de tipo elegante y amable que muestra hoy, hay escondido un triste pasado. La madre de Svindal falleció cuando el hoy mejor esquiador del planeta era un niño. Un complicado parto, que supondría el segundo hermano para Aksel, se convirtió en la mayor pesadilla de la familia Svindal. Fue un hecho traumático que dejó magullada el alma del joven noruego durante muchos años. Su apariencia física -flacucho y pálido- no advertía signos de valentía, pero el corazón de Aksel quería retomar la vida, sin dejar que la muerte siguiera ahondando en su drama. El muchacho encontró en la localidad de sus abuelos -Gello- las empinadas cuestas que le ayudarían a sobrellevar la triste carga emocional que arrastraba el joven noruego.

Cuando entró en la adolescencia, Aksel se tomó aquella entretenida afición como algo más que un simple pasatiempo y se volcó en el aprendizaje de nuevos estilos. Ese hecho le permitió bajar más y más deprisa; tan fugaz como los recuerdos del pasado. No tardó en dar el paso a profesionales, donde desde el inicio destacó. En 2006 se hizo con el Campeonato Super G, pero su consagración, llegó al año siguiente, ganando la Super G, la combinada y el Slalom Gigante, más su primer Campeonato del Mundo. Lamentablemente ese año le esperaba otra trampa. Todo sucedió en el primer entrenamiento de la bajada de Beaver Creek, en Colorado. Aksel llegó rápido a un salto, se estiró para alargar y amortiguar la caída, pero una ráfaga de viento le desequilibró en el aire, provocándole una aparatosa caída. El resultado: doble fractura de nariz y de pómulo derecho, profundo corte al nivel de la nalga izquierda, causada por uno de los esquíes, y la arteria femoral cuasi-seccionada. Nadie temió que esa caída pudiera dar al traste con su carrera. Aksel Lund -«que es como me gusta que me llamen, en honor a mi madre», suele decir el esquiador- volvió a entrenarse a los pocos meses, y el sábado se proclamó por segunda vez en su carrera deportiva campeón del mundo. Dos centésimas le separaron del segundo clasificado, Benjamin Raich, en uno de los finales más emocionantes que se recuerdan.

Una cabeza recién amueblada

En el apartado femenino, la victoria fue más holgada. Lindsay Vonn ya llegaba a la prueba de Aare con mucho a su favor, y quedando octava le habría valido para hacerse con el trofeo. Pero la competitividad de esta deportista tampoco conoce límites. Venció en el Slalom del sábado, y de esta manera ha conseguido su segundo Campeonato del Mundo con mucha diferencia respecto a su perseguidoras. Con este triunfo, Vonn ha conseguido entrar en los libros de historia del esquí alpino, ya que se ha convertido en la primera estadounidense en conseguir dos campeonatos del mundo consecutivos.

Su marido y entrenador, Thomas Vonn, ha sido el gran artífice de los triunfos de esta locuaz muchacha de Minnesota. Lindsay Vonn era conocida en el ámbito profesional por su temeraria forma de esquiar y por la tendencia que mostraba a tomar decisiones peligrosas y poco recomendables. Fue así como en los Juegos Olímpicos del 2006, y tras una mala decisión, sufrió una espantosa caída que le tuvo al borde de la muerte. Su particular visión sobre la juventud, en la que veía el riesgo como único factor motivador, dio paso a un carácter más pausado y más calculador. Todo eso le ha convertido en la mejor esquiadora del momento, icono de jóvenes que buscan su autógrafo y espejo de esquiadores aspirante a encontrar un lugar en el campo profesional. Es la historia de una rebelde sin causa «venida a más».

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