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Iñaki Lekuona periodista

El cuervo

Nunca más”, repetía sin cesar hace siglo y medio el cuervo de Poe. Pero no es ése el que está de actualidad, sino otro, uno que ha enviado más de media docena de anónimos acompañados por una bala de 9 mm a altas personalidades francesas, incluido el presidente de la República y la ministra de Interior.

A los autores de mensajes sin firma se les conoce como cuervos, y los de la brigada antiterrorista dijeron haber atrapado a éste hace unos días, un perturbado dijeron. Era un sospechoso perfecto: informático en el paro y reservista del ejército. Error. Se equivocaron de pájaro. El de verdad, el del mal agüero, acaba de enviar otra carta, esta vez sin bala y a un conocido presentador del noticiero del mediodía de TF1, aunque el destinatario final es la oligarquía francesa. “Destiláis miedo a través de vuestros medios, pues bien ahora sois vosotros quienes debéis tener miedo”.

Era cuestión de tiempo que algo así ocurriera en un país cada vez más desequilibrado socialmente, cada vez más injusto, cada vez más privatizado, cada vez más feudal como escribe el propio cuervo. Con el regocijo de muchos que comprenden y comparten sus acusaciones a la clase política y al empresariado, a los que califica de “asesinos”, que “echan a la calle a miles de personas, que expulsan, que destruyen”, el cuervo mantiene por el momento la tensión mediática a su favor convirtiéndose en la voz de los más desfavorecidos. Una voz que escribe, con faltas de ortografía, un alegato a favor de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. Hace dos siglos sería un revolucionario, hoy no es más que un cuervo que dicen perturbado y que grita nunca más.

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