La ciencia avanza
Dos noticias felices de actualidad me llevan a posponer para otro día ¡que tiempo habrá! la candente polémica sobre las propuestas para la nueva regulación del aborto. Dos noticias que tienen que ver con el avance de la ciencia, justo en lo que a reproducción se refiere. Las dos, cómo no, han hecho poner el grito en el cielo a la jerarquía católica.
Por un lado está la historia de Andrés, un niño que nació con una enfermedad hereditaria e incurable hasta ayer -anemia congénita severa- y que sólo tenía una posibilidad de curación: las células madre del cordón umbilical de una o un hermano sano. Y se hizo. Acogiéndose a la Ley de Reproducción Humana Asistida, se seleccionó genéticamente un embrión libre de la enfermedad, fecundado in-vitro, y tras dos años de investigación y gestación nació Javier. Con la sangre de su cordón se inició el tratamiento y hoy a su hermano Andrés se le considera curado. La felicidad de su madre y su padre, que tienen hoy dos hijos sanos cuando hasta hace poco sólo tenían uno condenado a morir antes de los 35 años, no hubiera sido posible de seguir los dictados de la Iglesia católica, que condena con dureza el empleo de esta técnica. Si los obispos hubieran tenido que decidir sobre este asunto, ni Andrés se hubiera curado ni, probablemente, Javier hubiera nacido.
Cuando nació Javier, la Conferencia Episcopal Española publicó un documento en el que vertía una condena moral en toda regla para quienes se atrevan a beneficiarse, según ellos, de una técnica «horrenda» y «eugenésica». Su crueldad les llevó a declarar que «el hermano que finalmente ha nacido ha sido escogido por ser el más útil para una posible curación. Se ha conculcado de esta manera su derecho a ser amado como un fin en sí mismo...». Los que están en desacuerdo con este método, llaman a Javier «bebé medicamento» como si ahora que ha curado a su hermano no tuviera nada más que hacer en la vida... como si no fuera una persona, con todos sus derechos y el futuro por delante. Para nada lo vive así su familia. La madre de los dos niños ayer fue rotunda al pedir respeto hacia su decisión y su familia: «Respeto la opinión de todos. Que respeten la mía. Nunca nos hemos sentido culpables, no he dudado ni un segundo y Javier es un hijo tan deseado como cualquier otro y querido como el que más».
La otra noticia es que el Instituto de Reproducción Asistida Cefer ha confirmado la gestación de los tres primeros bebés del mundo con dos madres biológicas, fruto de la implantación del óvulo de una de ellas en el útero de la otra y fecundado con un espermatozoide de un donante anónimo. Esta opción es posible porque tanto la Ley de Reproducción Asistida como la de Matrimonios Homosexuales lo permiten. El director de Cefer aseguró que en pocos meses nacerán los tres bebés, de tres parejas de lesbianas distintas.
Aunque le pese a la Iglesia católica, la ciencia avanza y, en estos casos, para bien. A mí, estas noticias me congratulan y felicito a sus protagonistas.