De la América insurgente al resurgir de América
Las elecciones que tuvieron lugar ayer para elegir presidente en El Salvador, cuyos primeros resultados se conocerán a lo largo de la jornada de hoy, pueden marcar otro punto de inflexión en el progresivo cambio hacia la izquierda que ha vivido el subcontinente americano durante la última década. Así será, al menos, en el caso de que se confirmen las encuestas y el líder del FMLN Mauricio Funes logre alzarse con la victoria en ese pequeño país centroamericano. En el caso salvadoreño la resolución negociada del conflicto político en 1992 no evitó que el miedo instaurado por la dictadura y por la amenaza yanqui se impusiese a los deseos de cambio. Parece que en esta ocasión el miedo podría perder la batalla.
En todo caso, el cambio que se ha ido consolidando en la región va más allá de unos resultados electorales concretos, y la fuerza social del proyecto del FMLN es, por sí misma, una demostración más de esa tendencia. En la medida que países como Bolivia y Ecuador se han ido sumando a los gobiernos revolucionarios o progresistas de Cuba, Venezuela, Brasil o Argentina se ha ido conformando un bloque regional que ha supuesto a su vez el declive de la hegemonía norteamericana en el considerado su «patio trasero». Si bien las diferencias entre proyectos y ritmos de esos gobiernos son evidentes, no cabe duda de que en todos esos casos la irrupción de fuerzas progresistas ha supuesto un elemento positivo. En algunos casos ese cambio ha llegado incluso a cuestionar las estructuras establecidas durante siglos de colonialismo y dominación, ofreciendo un modelo de desarrollo alternativo para sus países concretos, pero también para toda la zona.
Si durante las décadas de los 70 y los 80 del pasado siglo los movimientos insurgentes creados en las selvas latinoamericanas fueron un faro de esperanza para la izquierda mundial, ahora son los programas de gobierno de esos mismos movimientos los que reclaman la atención de quienes aspiran a un mundo más justo. Y reclaman esa atención no para ser reivindicados, juzgados o fiscalizados por sus camaradas occidentales. Simplemente dicen que América Latina resurge en sus brazos.