Josef Fritzl, el «monstruo de Amstetten», el carcelero de su propia hija Elisabeth, a la que encerró en un sótano durante 24 años, donde la violó miles de veces y con la que engendró siete hijos, se declaró ayer, en el primer día de juicio, culpable del cargo de incesto y «parcialmente» del de violación, pero negó los de esclavitud y «asesinato» de uno de sus hijos-nietos, que murió al poco de nacer por falta de asistencia médica.

Fritzl, que se enfrenta a los cargos de incesto, violación, esclavitud, coacción y «asesinato» llegó al tribunal con la cara cubierta y no se la descubrió hasta que las cámaras abandonaron la sala de la Audiencia Provincial de Sankt Poelten.

El acusado, de 73 años, se mantuvo en todo momento en silencio y sin mostrar ninguna emoción. Con la mirada fija y de espaldas al público, respondió con un hilo de voz a las preguntas sobre sus datos personales y su alegato. Se declaró culpable de todos los cargos excepto de esclavitud y «asesinato». De hecho, expertos jurídicos estiman complicado probar su responsabilidad en la muerte del bebé.

Con su hilo de voz, relató su dura infancia por la falta de cariño de su madre.

El jurado también pudo ver parte del vídeo, de once horas, en el que su hija relata con todo detalle sus 24 años de cautiverio.