Raimundo Fitero
Actitudes
Si existiera una auténtica justicia terrenal, universal, con poderes globales, ahora mismo Benedicto XVI debería estar detenido y acusado de declaraciones absolutamente conspirativas para la vida de millones de seres humanos. Las obsesiones de la curia romana, esa absoluta tozudez sobre el uso de los preservativos le lleva a hacer declaraciones que son netamente criminales. Asegurar que el condón no puede ser una barrera para prevenir el sida sino, precisamente lo contrario, es un pecado que no tiene perdón, no sé si de su dios, pero que debería ser perseguido aquí en la tierra porque es una mensaje que puede calar entre las poblaciones menos informadas y puede seguir haciendo que la pandemia del sida se extienda por África de una manera imparable.
Es una actitud deliberadamente dolosa, decirlo allí, precisamente en el lugar de la tierra donde el problema es obvio y evidente, no responde nada más que a una estrategia fundamentalista, con el único fin de mantener un crecimiento de su iglesia como recolectora de los restos del naufragio. No van allí a dar mensajes de paz, solidaridad y caridad, van a ver a la nueva clientela, a los nuevos donantes, a sus fieles que agobiados por la pandemia deben creer que un credo es mejor que un retroviral. Una actitud punible, que además se extiende por las televisiones sin apenas actitud crítica.
En Cuatro, en el programa de las mañanas que dirige y presenta Concha García Campoy celebraban una cifra redonda de emisiones y tuvieron de invitado a Felipe González. Está en forma. Sigue siendo un encantador de serpientes, un embaucador. Su actitud es la de colocarse por encima de toda contienda cotidiana. Maltrata, por omisión, a ZP, ni se para un segundo en la oposición, asegura que no le interesa lo coyuntural, sino el destino de la Humanidad, resolver la crisis de manera eficaz y urgente. Lo malo es que algunas de las cosas que dice están cargadas de razón y de experiencia. Es curioso, ante un personaje de este peso específico, los periodistas incisivos de grito en faringe y dogma en oración subordinada se vuelven monaguillos de voz baja y respeto absoluto en la oración simple. Actitudes.