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Tras las elecciones del 1-M

Eusko Alkartasuna camina hacia un congreso de decantación

 La militancia habrá de decidir la ponencia política, la elección de una nueva Ejecutiva y también si acepta cambios estatutarios que permitan a los órganos nacionales corregir las actitudes desleales con los acuerdos mayoritarios

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Análisis | Iñaki IRIONDO

Eusko Alkartasuna pasa por un momento histórico que se traducirá en su próximo Congreso, no tanto porque deba dar una solución a los malos resultados que ha obtenido en las últimas elecciones como porque habrá de decantar definitivamente su situación interna.

Los últimos resultados electorales de Eusko Alkartasuna han sido malos sin paliativos. Así lo han reconocido todos sus dirigentes, hasta el punto de que el presidente de la formación, Unai Ziarreta, presentó su dimisión irrevocable la misma noche electoral. Una decisión humanamente comprensible, pero que al mismo tiempo ha dejado al partido y a sus militantes en una situación de falta de liderazgo y cierta orfandad política hasta la celebración del próximo congreso los días 20 y 21 de junio. Por el contrario, Iñaki Galdos, cabeza visible de los críticos del partido, ha sabido aprovechar con inteligencia la situación de shock postelectoral para abrir un proceso de debate y de redefinición -denominado Suspertu- que incluso ha previsto canales de comunicación con cada militante, un movimiento que tampoco es ajeno al escenario precongresual.

En medio de las actuaciones de los órganos de dirección oficiales y del sector crítico, se han conocido las dimisiones del secretario general del partido, Joseba Azkarraga, y de la secretaria de Asuntos Sociales, Nekane Altzelai, que no vienen de la asunción de responsabilidades en los malos resultados de EA, sino de la manifestación de sus discrepancias con las prácticas de la Ejecutiva Nacional o, quizá, de su situación personal de fuera de juego en el momento actual. No cabe olvidar, por ejemplo, que pese a intentar asumir un papel de hombre de consenso entre los sectores del partido, Joseba Azkarraga fue el miembro de la dirección elegido con menor respaldo en el último Congreso. Nekane Altzelai entró de su mano en la nueva dirección y, aunque tuvo un mayor apoyo interno, después fue la candidata a diputada que no resultó elegida en los comicios de marzo de 2008.

La interpretación de las causas de los malos resultados electorales es dispar y se acomoda a las posiciones estratégicas de cada sector interno. Así, quienes defendían la necesidad de una coalición con el PNV sostienen que el error estuvo en concurrir en solitario a las elecciones, a lo que los dirigentes del sector crítico guipuzcoano -siempre refractarios a cualquier acercamiento a la izquierda abertzale- añaden que también resultó decisivo el discurso en torno al polo soberanista, que en su opinión se acerca demasiado al del independentismo ilegalizado y se desvía del discurso originario de Eusko Alkartasuna de los primeros años tras su fundación.

Desde la Ejecutiva Nacional, por contra, se atribuye la caída del voto de EA a que el electorado no tuvo tiempo de asimilar una apuesta «valiente pero arriesgada», a la polarización que se dio en campaña entre Juan José Ibarretxe -que para muchos votantes de EA ha sido un líder natural en estos años de gobiernos de coalición- y Patxi López, y a lo que calificaron como «una situación interna insostenible durante todo el año. Un espectáculo bochornoso, francamente lamentable», del que culparon al sector crítico.

Probablemente todas las razones expuestas -y algunas otras más- son sumandos que han dado como resultado final el batacazo que el 1 de marzo se llevó Eusko Alkartasuna.

Pero el mayor problema de EA no es su último sopapo electoral, sino que vive una situación interna de posiciones irreconciliables y en el que la correlación de fuerzas entre la mayoría (60%) y la minoría (40%) permanece estable en todas las últimas contiendas. Y cada vez que se produce una votación interna, el sector crítico reconoce su derrota, anuncia que trabajará con lealtad, pero a los pocos meses vuelven a hacerse públicos movimientos discrepantes con las tesis mayoritarias. Desde la Ejecutiva Nacional estas actitudes se viven, además de con un enorme enfado, como una muestra de no asunción de las reglas de juego internas, lo que conlleva una situación de constante inestabilidad, en la que la dirección no sólo debe atender a las disputas con otros partidos, sino también con sus propios críticos.

En este contexto, todo hace indicar que el próximo congreso será el de la decantación interna de Eusko Alkartasuna. Por un lado, no se observa en la Ejecutiva Nacional intención de alterar la línea política de los últimos meses, con una apuesta decidida por la configuración de un polo soberanista. La elección de Koldo Amezketa para dirigir el tránsito hasta el Congreso es una muestra de ello. Amezketa ha estado presente en los últimos años en todos los foros en los que se ha visualizado un mínimo de unidad entre abertzales y, al mismo tiempo, es un hombre de la vieja guardia, de la época de Carlos Garaikoetxea.

Pero mientras no está previsto que se altere la línea política, todo hace indicar que la Ejecutiva propondrá al Congreso una remodelación de los Estatutos internos del partido que ofrezca a los órganos nacionales de EA instrumentos para corregir y castigar las actitudes que se consideren desleales con el partido o que no respeten las reglas de juego por las que apueste la mayoría de la militancia.

Habrá que ver cómo evolucionan las cosas en las próximas semanas, pero todo hace prever que, junto a la elección de una nueva Ejecutiva, el mensaje final del Congreso -que según parece y conociendo experiencias anteriores se desarrollará «a cara de perro»- bien podría concluir siendo un «esto es lo que hay y al que no le guste que se marche».

Una coyuntura que, gane quien gane, resultará traumática a corto plazo, pero que a la postre será más llevadera que la cronificación de una situación de división interna.

De esta forma, el próximo Congreso de EA, a celebrar el 20 y 21 de junio -tras las próximas elecciones europeas en las que concurrirá con ERC y quizá Aralar en la coalición Europa de los Pueblos-, se presenta como el más importante de la década.

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