Oihana Llorente Periodista
Mismo descosido por patrones comunes
Los golpes, los empujones, las posturas forzadas, los gritos y las amenazas se han vuelto a ensayar en los calabozos de la Ertzaintza. Siempre con un mismo objetivo: buscar autoinculpaciones e inculpaciones a terceros.
Cinco días y cinco noches, tiritando de frío, sin ingerir alimentos, sin dormir, pensando en que tus seres más queridos están viviendo el mismo infierno, escuchando incluso sus gritos inexistentes. Así habría pasado Manex Castro su estancia en los calabozos de la Policía autonómica, durante 120 largas horas. Los policías dirigidos por el consejero Javier Balza llevaban años sin recibir denuncias de maltratos y torturas, los mismos que llevaba sin aplicar la incomunicación a sus detenidos. Sin embargo, la relación causa-efecto de los dos elementos quedó patente en el momento en el que a Castro le fue levantada la incomunicación y relató, con pelos y señales, el trato padecido por sus captores.
Durante esos dos años en los que la Ertzaintza no recibió denuncia alguna, Lakua se mostraba lleno de orgullo y ponía su protocolo como ejemplo de respeto a los derechos humanos, más todavía cada vez que organismos internacionales sacaban los colores al Gobierno español por las denuncias de tortura. En ese mismo periodo, el Parlamento de Gasteiz llegó incluso a exigir la derogación del régimen de incomunicación y la desaparición de la Audiencia Nacional española.
Una incomunicación que ellos mismos aplican y un tribunal especial a la que obsequian con detenidos, candidatos a ser arrestados e identificados para engrosar la «lista negra» de vascos irredentos que custodian las coaclas de un estado policial. La hipocresía acapara, si es que algún día lo dejó de hacer, la actividad política. Y Miren Azkarate ni si quiera se sonroja al exigir no se qué a Madrid sobre la investigación de denuncias de torturas, mientras su policía mantenía «a cuerpo de rey» al primer aislado en más de veinticuatro meses.
Antes, por lo menos, decían la verdad. Que, como son policías del Estado español, cumplen con los mismos patrones.