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Análisis | Jornada de movilización en el Estado francés

Los sindicatos anuncian una réplica del 29E... y que «Francia no es Guadalupe»

No estamos en enero sino en marzo y entre los dos pulsos sindicales hay novedades como el éxito de la huelga antillana y la explosión del paro en el Hexágono que obligan a reflexionar sobre el modo de conseguir, no un pírrico «cheque social» de concesiones, sino un reparto más justo de la riqueza

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Maite UBIRIA

Las formaciones convocantes de la segunda jornada de movilizacion contra la politica de Sarkozy para hacer frente a la crisis se han encontrado con un regalo inesperado, el de la portavoz de la patronal Medef. Laurence Parisot ha contribuido a elevar el perfil de la protesta.

Ocho formaciones sindicales sostienen la segunda protesta general contra la política del Gobierno francés en lo que va de 2009.

Inevitablemente, este M19 se mirará en el espejo de aquel 29 de enero en que de dos millones y medio de trabajadores se movilizaron en el Hexágono en favor del poder adquisitivo y en defensa del empleo. Entre 10.000 y 14.000 trabajadores, según las fuentes, secundaron la manifestación de Baiona.

Por aportar cifras aproximativas, el 29 de enero se celebraron 195 manifestaciones en el Hexágono, mientras que para hoy se han registrado más de doscientas convocatorias, lo que lleva a los sindicatos a vaticinar una ola movilizadora todavía superior a la registrada el 29E.

En todo caso, ni el eco de aquella huelga ni la jornada de hoy -con menor ambiente previo- sitúan per se al Hexágono en «clave antillana». Sólo por aportar un dato: los trabajadores a los que se invita hoy a secundar la convocatoria de huelga en la función pública supe- ran los 5 millones. El 29 de enero se movilizó, en conjunto, la mitad de esa cifra, y eso que la convocatoria afectaba no sólo a la función pública, sino también al sector privado.

Una cruzada sindical o un movimiento amplio. La intersindical se ha aferrado a la plataforma reivindicativa de ocho puntos que le permitió superar con nota alta el desafío del pasado enero. Hay que reconocer que, como tabla de salvación ante la división que trató de sembrar Sarkozy con la cumbre social del 18 de febrero, esa tabla reivindicativa ha resultado eficaz. Sin embargo, el bote salvavidas puede no ser tan sólido para afrontar una travesía que se prevé larga y complicada.

De momento, los sindicatos tratan de sostener en solitario el timón de la protesta, pero la declaración de apoyo a la jornada movilizadora en la que han estampado su firma desde el PS al NPA, pasando por los Verdes o el movimiento Attac, parece indicar que el tiempo de la exclusividad puede tocar a su fin. Los partidos de izquierda no ocultan su deseo de traducir en clave de ofensiva política el eco de la calle. Por lo demás en el horizonte cercano se dibuja una convocatoria electoral, la de las europeas, que es una cita más que apetecible para tratar de buscar un voto de castigo a la política económica de Nicolas Sarkozy.

Si el ejemplo de la movilización estudiantil hacía ya aconsejable una puesta al día de los sindicatos, el éxito del movimiento de huelga antillano y el deterioro social en el Hexágono derivado del fuerte incremento del desempleo, pueden obligar a acelerar esa reflexión.

Sin embargo, en la intersindical todavía impera la estrategia del no desbordamiento. Así lo ha hecho constar la CFDT, al marcar discretamente distancia con las «movilizaciones calientes» que han protagonizado en las últimas semanas trabajadores despedidos por multinacionales como Total, Sony o Continental, receptoras de dinero público con cargo a esa partida de 30 millardos de euros que Sarkozy ha habilitado como ayuda a empresas en apuros.

Para la CFDT la solidaridad con los afectados por la insoportable fiebre de despidos a cargo de compañías que gozan de fuerte apoyo institucional no debe llevar a los sindicatos a eludir su responsabilidad de prevenir un recalentamiento de la situación social.

Las palabras de Laurence Parisot, portavoz de la patronal Medef, en el sentido de deslegitimar la convocatoria de una segunda jornada de movilización han servido a la intersindical para fijar un enemigo común y tapar algunas contradicciones.

Sin embargo, las bases de la CGT en Marsella, zona golpeada por el cierre de empresas, han puesto de manifiesto que los equilibrios son difíciles. El primer sindicato estatal, y a su vez primera fuerza en Ipar Euskal Herria, se debate en un viejo conflicto de intereses. En el caso de los tres territorios vascos agudizado por la actitud de exclusión que mantiene con respecto la tercera fuerza en las últimas elecciones prudhomales.

LAB ha puesto sobre la mesa la reflexión sobre un modelo de acción concertado, amplio y que busque cambios reales frente al éxodo de la función publica o la pérdida de derechos sociales. De momento, ha recibido silencio.

Esa actitud conservadora resulta bastante impopular en un Estado que al cierre de 2009 tendrá un millón mas de personas sin empleo. En el Departamento de Pirineos Atlánticos, que engloba a los territorios vascos, el desempleo aumentó en febrero en 20.000 personas.

De hecho, los anuncios de cierre de empresas (Alphacan en Hazparne) o de reducción de plantillas (30% menos de empleados en Novotrans) llevan camino de extender la factura del paro que hoy castiga más a mujeres y jóvenes, a todos los segmentos de la población.

Hoy no es 29 de enero. Además de por razones de calendario, porque entre aquel 29E y este 19M hay que consignar el acuerdo arrancado por el movimiento sociopolítico guadalupeño al Gobierno de la Metrópoli.

La enseñanza es clara: la presión sostenida obliga al Estado a mover ficha. Y nítida es también la actitud provocadora de una patronal que se permite cuestionar el derecho de huelga.

La intersindical lanza un pulso controlado. Pero quizás es hora de pensar por qué el espejo antillano es hoy más atractivo para estudiantes y jóvenes precarizados que la perspectiva sindical de regatear al alza el «cheque social» que ofrece Nicolas Sarkozy.

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