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Fede de los Ríos

«Salvemos al Capital», canción ganadora en el Festival de Viña del Mar

Si antes muchos de los bancos del hemiciclo no conocían el culo de los que se llaman representantes de la voluntad popular, ahora tendrán que contratar a extras de ésos que hacen de público en los programas de televisión

Como la cosa del empleo anda muy malamente, el Congreso español aprueba el pluriempleo de sus diputados y diputadas. Sus señorías se dan a sí mismos permiso para recibir otros sueldos que les ayuden a pasar la crisis. La realidad es que tan sólo 78 de los 350 tenían dedicación exclusiva. La votación, a puerta cerrada. El resultado, únicamente 43 votaron en contra. Otro ejemplo de consenso democrático, como cuando votan el sueldo para sí y el salario mínimo interprofesional para los demás.

Si antes muchos de los bancos del hemiciclo no conocían el culo de los que se llaman representantes de la voluntad popular, ahora tendrán que contratar a extras de ésos que hacen de público en los programas de televisión. No notaremos diferencia alguna.

Las decisiones tomadas en parlamentos para la sociedad entera son mera ratificación de decisiones tomadas en consejos de administración de otras sociedades, esta vez anónimas.

Igual ocurre en los gobiernos y en las llamadas cumbres de mandatarios como la que se está celebrando en Viña del Mar (Chile) que los medios tachan de VI Cumbre Progresista, donde la presidenta Michelle Bachelet ejercerá de anfitriona de los progresistas José Luis Rodríguez Zapatero, el británico Gordon Brown, la argentina Cristina Fernández, Lula Da Silva de Brasil, Tabaré Vázquez de Uruguay y el vicepresidente de Estados Unidos Joseph Biden. Buscarán respuestas globales para afrontar la crisis que vive el capitalismo.

Los asesores de éstos ya han adelantado las líneas de la discusión. James Purnell, secretario de Estado de Trabajo y Pensiones del Reino Unido, afirmó que al capitalismo no hay que enterrarlo ni elogiarlo, que «la socialdemocracia tiene que salvar al capitalismo del capitalismo», «hacerlo más igualitario y donde el poder se distribuya».

Implementando (palabra de moda) desde el estado políticas contracíclicas que aminoren los costes sociales de la «recesión» (eufemismo muy práctico) y eludan las «tentaciones proteccionistas». Nada de proteccionismos que disgusten al Capital.

En cuanto salvadores del capitalismo, los socialdemócratas aportan una experiencia de casi un siglo, nadie se lo puede discutir. Pero abogar por un capitalismo más igualitario es como pedir que los felinos sean vegetarianos; que la racionalidad dirija los asuntos religiosos o que la suma de los ángulos interiores de un triángulo sea algo diferente a 180º.

También se dijo que nadie debe alegrarse por la caída de los mercados, porque una crisis similar en los años treinta condujo a gobiernos como el de Hitler. En aquellos años treinta el comunista alemán Bertolt Brecht describió el fascismo como una fase histérica del capitalismo, denunció la inoperancia de condenarlo sin acabar con lo que lo origina: «estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo».

No nos engañan.

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