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Análisis | Elecciones en Kurdistán Norte

¿Hacia un nuevo escenario en el convulso Oriente Medio?

 Está claro que los kurdos han reaccionado y que los turcos comienzan a hacerlo. Anatolia se despereza y empieza por sacudirse las legañas para poder identificar a ambas partes de un mismo y largo conflicto.

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Karlos ZURUTUZA Periodista y miembro de Bîhar (Asociación para la Colaboración entre Euskal Herria y Kurdistán)

A su regreso de un viaje al Newroz kurdo, el autor constata el triunfo arrollador del DTP, el partido que aglutina a los kurdos en el Estado turco, lo que confirma los recientes anuncios de que asistimos a un levantamiento social general en Kurdistán Norte.

En sendas entrevistas concedidas en exclusiva a GARA el otoño pasado, el comandante del PKK, Bozan Tekin, y el alcalde inhabilitado de Diyarbakir Sur, Abdula Demirbas, hablaban de un supuesto «levantamiento social en Kurdistán Norte». Pues bien, Los resultados de las elecciones locales de hace una semana no hacen más que corroborar la idea de que dichas declaraciones distaban de ser parte del discurso de propaganda de ambos líderes kurdos.

Y es que ni el acoso de la Policía Militar sobre los electores, ni las urnas cerradas, ni la falta de papeletas...ni siquiera las lavadoras y los frigoríficos con los que el AKP de Erdogan pretendió «comprar» votos a última hora han supuesto cortapisa alguna al avance del DTP, el partido que aglutina a los kurdos de Turquía. El mapa electoral de Anatolia muestra nuevamente un «sudeste» compacto cerrando filas en torno a la coalición kurda, que ha incrementado notablemente su número de votos recuperando plazas como Van o Siirt, «perdidas» a manos del AKP en 2005, e incluso consiguiendo otras que parecían inalcanzables, como Igdir.

Pero no hacía falta esperar al escrutinio final de los votos para constatar el nuevo levantamiento kurdo. Bastaba con fijarse en la capacidad de movilización del DTP durante la campaña, y sobre todo en las «formas». Su canción bandera era el Oramar, un tema que apoya explícitamente a la guerrilla, y cuya letra Ankara obligó a cambiar y a traducir al turco. Pero la que sonaba a todas horas en las calles de Kurdistán Norte era la original: los kurdos no sólo desfilaban con su combinación de colores tabú en la república kemalista, sino que coreaban en voz alta y a plena luz del día un himno de la guerrilla del PKK, una canción que incluye hasta ráfagas de ametralladora en su estribillo.

No fue así durante la campaña de 2005, aquella en la que Erdogan prometió la solución al «problema kurdo« en Diyarbakir, la capital de Kurdistán Norte, y que probablemente fue la clave del éxito del AKP durante las parlamentarias de 2007. En estas últimas, el partido del primer ministro turco consiguió mayor número de municipios que el DTP, y casi igualó a este último en número de votos en Diyarbakir.

Pero si alguien debería saber en Turquía que la vía militar para solucionar un conflicto nunca ha sido una opción real, ese debería ser el mismo Erdogan. Recordemos que el éxito de su propio partido se debe en gran medida a la respuesta social a aquel golpe militar de 1980 que, entre otras cosas, buscaba frenar el avance islamista en la república kemalista.

Lejos de aprender la lección, el líder del AKP sustituyó sus promesas de «solucionar el problema kurdo» por bombardeos indiscriminados y más represión en las montañas y calles de Kurdistán Norte. Y es que la única lección que parecía haber aprendido Erdogan era que en Turquía es importante tener a los militares contentos.

Que el pueblo kurdo ha rechazado en las urnas la «solución manu militari» es más que evidente, pero también resulta interesante constatar que los sectores más desengañados de la fragmentada izquierda turca se empiezan ya a acercar a las tesis del DTP. El caso más llamativo es el de Akin Birdal, el candidato del partido kurdo a la alcaldía de Estambul. Durante la campaña recibió el inesperado apoyo público de un sinfín de intelectuales y personajes de la cultura turca. Birdal, hoy parlamentario del DTP por el distrito de Diyarbakir, recibió trece disparos en 1996 cuando ocupaba la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de Turquía. Su compromiso social es indiscutible y reconocido por prácticamente todos, pero es que además resulta que Birdal no es kurdo sino turco.

La izquierda turca bascula, pero incluso desde los sectores más conservadores de Turquía se empiezan a oír voces en torno a la necesidad de negociar con los kurdos. Y más de uno se atreve a insinuar ya que la figura de Ocalan será imprescindible en dicho proceso.

¿Se trata de un nuevo capítulo en uno de los mayores problemas de Oriente Medio? Sea como fuere, está claro que los kurdos han reaccionado, y que los turcos empiezan a hacerlo. Anatolia se despereza y empieza por sacudirse las legañas para poder identificar a ambas partes de un mismo conflicto.

Y es que como dijo Leyla Zana, activista kurda y Premio Sajarov, durante las últimas celebraciones del Newroz, «hasta que los kurdos no sean libres tampoco lo serán los turcos».

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