Bruesa y Fuenlabrada disputan hoy un encuentro enfocado desde dos prismas diferentes, y donde los donostiarras intentarán vengarse de la dolorosa derrota por 33 puntos de la primera vuelta. El equipo madrileño está siendo una de las mayores sorpresas de la liga. Y no sólo por la encarnizada lucha que mantienen sin complejos por entrar en los play-offs, si no por haber sorprendido con la irrupción de dos de los jugadores de moda: Brad Oleson y Saúl Blanco. Alaska y Asturias en uno.

Pasional amante de su país natal, echa de menos el moose que se preparaba en su casa. Algunos ya han bautizado a Oleson como el próximo Louis Bullock, y no han tardado en llegar los rumores de su vinculación con el Real Madrid para el año que viene. Mientras tanto Brad sólo intenta jugar bien al basket, seguir entrenando más y perfeccionando su estilo. Profundo admirador de Michael Jordan, muchas veces se aburre de decir que él no es el único jugador profesional de Alaska. «Ahí están Carlos Boozer en la NBA, y Langdon en el CSKA», suele repetir con ahinco. Sobre la importancia de su papel en el equipo -es el jugador que más minutos juega de media, con 33 por partido-, dice que está «para ayudar y listo». Y acerca de su batalla con Rakocevic por el galardón de mayor anotador de la liga, añade con recelo que «es muy bonito estar ahí, pero él de momento lleva mejor media por minuto jugado». El zurdo alero del Fuenla admite no estar preocupado por su futuro. Tampoco tendría motivos.

Pero para futuros días de gloria, ahí tenemos a Saúl Blanco. El ovetense, con 23 años y dos campeonatos europeos en su haber, personifica la imagen del jugador sacrificado: poco protestón y trabajador. Parco en palabras, acostumbra a expresarse en la cancha a base de buen juego. Estilo le sobra, y acierto también -tiene el mayor porcentaje de tres de la ACB-. Su edad es su mejor aval y su físico envidiable. «En clase empezamos a jugar a basket y yo lo compaginé con el atletismo. Me ayudó mucho», suele decir. Hijo único, Saúl se forjó un carácter soñador con el que pretende tocar el techo del basket en pocos años.