La Real no pudo lograr su quinta victoria y, a pesar de que el punto es escaso para sus aspiraciones de ascenso, tiene que darlo por bueno porque el Nastic fue superior en 75 de los 90 minutos del partido y tuvo en el segundo tiempo cuatro ocasiones muy claras para ganar.

Sin embargo, la clave del partido estuvo en esos quince minutos en los que la Real no fue superada por el Nastic, cuando tuvo un penalti más que riguroso a su favor para cambiar la dinámica del partido. Abreu quiso tirarlo como en Las Palmas, pero el uruguayo no estuvo ayer en Anoeta y lo desperdició. Además en esos minutos Aranburu tuvo dos claras opciones, sobre todo la primera, pero no pudo marcar por tercer partido consecutivo en Anoeta y eso propició que el segundo tiempo resultara muy diferente al que lo habría sido con el marcador a favor.

De haber marcado Abreu el penalti, probablemente Moha habría sido el elegido para sustituir a Sergio, la Real podría haber jugado más junta en defensa, con un centro del campo más fuerte y el partido no se habría roto como en el segundo tiempo en una dinámica de juego que benefició a un Nastic al que sólo un colosal Zubikarai impidió conseguir la victoria.

Su actuación y el error en el penalti y el mal partido del delantero uruguayo se unieron para que a su término quedara la sensación de que debía haber acompañado a Bravo en el banquillo. Desde que los dos salieron de su hotel hasta que llegaron a sus camas el viernes para descansar pasaron unas veinte horas de trajín, sin dormir y con cambio horario de por medio. Es normal que luego Abreu tenga una tarde tan desafortunada.

Además la desgracia quiso que Lillo tuviera que realizar los tres cambios por lesiones sin poder corregir una dinámica de partido muy negativa. Al esguince del ligamento lateral interno de Sergio se unieron problemas musculares de Gerardo y Markel que impidieron cambiar lo que no funcionaba

Pese a todo, la Real buscó la victoria hasta el último minuto y eso no hizo más que acercarle a la derrota, porque ese ida y vuelta beneficiaba al que tenía a sus jugadores atacantes más inspirados. A pesar de que los jugadores defensivos realistas fueron los mejores del equipo, los tarraconenses demostraron su gran calidad y sólo un gran Zubikarai impidió la derrota.

El Nastic fue mejor

Porque la clave estuvo en esos quince minutos, pero el Nastic fue mejor en el resto. Dominó el partido desde el inicio, al acaparar la posesión de balón y buscar preferentemente la banda derecha, donde Mikel González estuvo bien en el difícil reto que le propone el esquema más utilizado por Lillo en los últimos partidos. Ese control del encuentro de los tarraconenses motivó que la Real sólo inquietara con una falta directa lanzada por Sergio al larguero, pero el Nastic tampoco tradujo su superioridad en ocasiones de gol.

Tras media hora sin encontrarse en el campo, la Real mejoró en el último cuarto de hora antes del descanso y tuvo varias opciones claras. La más clara fue la del penalti, pero antes la Real tuvo un buen centro de Labaka que Aranburu no pudo conectar con la cabeza en clara situación y después el capitán no se esperaba un balón que tocó Abreu, falló un defensa y no pudo llevar a la red con el exterior.

Pero en ese cuarto de hora también se registró una circunstancia que resultó clave en el devenir del partido. Cuando empezaba a aparecer Sergio, se lesionó. El riojano ha sido un jugador importante en la racha victoriosa porque aporta una claridad en el pase que su equipo agradece. Además fue sustituido por un delantero como Agirretxe ideal para jugar como segunda punta con Abreu para aprovechar las caídas de los balones que puede pelear con su envergadura. Pero la Real no buscó casi nunca ese recurso, quiso combinar sin Sergio y sin nadie que cubriera su papel en el centro y todos los jugadores ofensivos estuvieron desacertados hasta el punto de que la única ocasión realista clara del segundo tiempo estuvo provocada por una subida al ataque de Mikel González, que remató fuera por muy poco.

Por contra, el Nastic llegó con mucha claridad y velocidad y dispuso de cuatro opciones más claras que la del arrasatearra. En la primera José Mari enganchó una volea de gran nivel que obligó a Zubikarai a una parada genial. En la segunda Víctor aprovechó los metros que le concedió Labaka para buscar un disparo que el de Ondarroa despejó con la ayuda de un poste, para después revolverse y desbaratar la segunda jugada. En la tercera Campano envió una falta casi perfecta a la escuadra y en la cuarta Medina cabeceó a placer para poner a prueba los reflejos y la colocación de Eñaut.

Con semejante festival del portero local y de ocasiones visitantes, el punto hasta hay que considerarlo como positivo porque cuando no se puede ganar no hay que perder y el empate permite mantener una racha positiva. Si antes de la visita del Sevilla alguien hubiera ofrecido firmar una serie de trece de quince con victorias en Xerez y Castellón todos lo habríamos aceptado. El problema es que la Real busca el ascenso sin casi margen para el error, pero si gana en Ipurua tendrá otra opción de meterse en la pelea en su duelo contra el Tenerife.