Un vecino de Erandio, Arturo V. E. ha denunciado a una persona, al parecer un agente de la Ertzaintza que se encontraba fuera de servicio, que el pasado 8 de marzo, domingo, le agredió en un establecimiento hostelero de esta localidad vizcaina. En la denuncia, al que ha tenido acceso GARA, el agredido explica que los hechos ocurrieron cuando se encontraba con un amigo tomando café en el local, sobre las 18.30, y al terminar su consumición se dirigió a los servicios. En ese momento, cuando se levaba las manos, se dirigó a él un hombre de unos 40 años que le preguntó si sabía quién era.

«Contesté que no -relata-. Me preguntó si era yo quien le rayaba su coche. También obtuvo una negativa». Explica que seguidamente, «a traición», le golpeó en las costillas y le lanzó al suelo «con una especie de llave de judo al grito de ¡aléjate de mi coche!». Después habría aprovechado la caída para arrastrarlo por el suelo y, con una sola mano -Arturo V.E. pesa unos 90 Kg.-, tratar de introducirlo en un retrete «para golpearme con impunidad». Explica este vecino de Erandio que al dar patadas en la puerta, su agresor pareció asustarse y se marchó.

Su sorpresa fue mayúscula cuando al salir tras él, lo encontró en una mesa del bar con otras tres personas y un perro, a una de las cuales la reconoció como su vecina.

Arturo V.E. contó lo sucedido su amigo y llamó a la Policía Municipal. Explica que dos agentes acudieron poco después, y entraron en el establecimiento para identificar a su agresor. Cuando salieron, sin embargo, su actitud no fue la previsible en un caso de agresión, y los polícías preguntaron al vecino de Erandio si de veras no conocía a su agresor ni a sus acompañantes.

Arturo V.E. explicó que sólo a su vecina, pero, aunque él mismo se identificó, no le facilitaron la identidad de la persona que le había agredido, y le advirtieron de que «no había testigos, que seguramente no tendría moratones y que tuviera cuidado con interponer una denuncia falsa». «Tampoco me socorrieron y se marcharon», se queja el denunciante.

En casa de sus padres

Visto lo sucedido, este erandioarra llamó a sus padres y a su novia. «Entramos todos para ver qué le pasaba por la cabeza a ese señor», detalla, explicando que «se montó una buena». «El agresor decía que yo era un pieza de cuidado, que la familia vivíamos de la droga -es ingeniero técnico de Minas -y que así habíamos pagado el piso» señala, añadiendo que «amenazó con que la próxima vez me iba a matar». Su madre, por su parte, reconoció a una de sus acompañantes, la hermana de su vecina, como «la señora que una semana antes se personó en casa muy alterada gritando a mis padres que le habían chocado o rayado el coche a propósito porque sabían que era ertzaina».

Volvieron a acudir los municipales, que dejaron marchar al agresor. Arturo, por su parte, fue a Urgencias de Basurto, donde le diagnosticaron una fisura en la costilla. A los tres días, comenzó a orinar sangre, está en tratamiento y el día 22 debe acudir al médico forense de los Juzgados de Bilbo, donde pondrán fecha al procedimiento penal.