Terremoto en Abruzzo
Más de 150 muertos, 1.500 heridos y 50.000 sin hogar por el seísmo del centro de Italia
Más de 150 muertos, 1.500 heridos y más de 50.000 personas sin hogar es el balance del terremoto que asoló la región de Abruzzo. El epicentro se registró en la ciudad de L'Aquila, donde numerosos edifcios se derrumbaron en apenas 30 minutos. Localidades cercanas como Onna o Castilnuovo resultaron especialmente afectadas. El Gobierno italiano se vio obligado a instalar miles de tiendas de campaña para acoger a quienes perdieron su hogar.
GARA | L'AQUILA
El último balance del terremoto de casi grados en la escala de Richter que ayer a las 3,32 de la madrugada golpeó el centro de Italia eleva a «al menos 150» los muertos «confirmados», a 1.500 los heridos y más de 50.000 las personas que se encontraban sin hogar, según los servicios de socorro.
El terremoto se dejó sentir en todo el centro de la península italiana, desde el mar Adriático al Tirreno, con una especial incidencia en Roma, donde despertó a numerosos vecinos de la capital.
El número de fallecidos puede incrementarse en las próximas horas, puesto hay decenas de desaparecidos. Un edificio de tres pisos que se derrumbó en la calle Sant'Andrea de L'Aquila, por ejemplo, albergaba a 35 personas de las que ayer no se tenía ninguna noticia. Otras quince pudieran salir de los escombros por sus propios medios.
Una joven de 21 años, mientras, fue rescatada con vida en en la calle XX Setembre de L'Aquila. El hecho fue acogido con aplausos por los integrantes de los servicios de rescate.
En el otro lado de la balanza, en la misma zona también se vivieron escenas extremadamente trágicas, como cuando se encontró el cadáver de una madre abrazada a sus dos hijos.
En Onna, una localidad cercacana a L'Aquila, murieron 50 de sus 400 habitantes. Las imágenes en esta localidad eran dantescas, con la práctica totalidad de los edificios completamente detruidos y cadáveres cubiertos con mantas en las calles. «Es un pueblo que ha dejado de existir», describió el enviado de la RAI. Escenas similares se vivieron en otras localidades de la región, como Castelnuovo, donde fallecieron 35 miembros de una misma familia.
«No he visto nada igual en toda mi vida», relataba una mujer de avanzada edad en esta localidad, en la que el castillo medieval se derrumbó completamente. El reloj del campanario era uno de los pocos elementos reconocibles entre un montón de escombros.
Testimonios como éste se repetían constantemente en los programas especiales de las televisiones italianas, como el de una mujer que explicaba, entre lágrimas, cómo dos de sus hijas, de 16 y 17 años, fallecieron al hundirse su casa.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, acudió a L'Aquila, capital de la provincia de Abruzzo, tras suspender un viaje oficial a Rusia y decretar el estado de emergencia.
Berlusconi anunció que se levantará instalarán tiendas de campaña para albergar a entre 16.000 y 20.000 personas sin hogar junto a varios centros deportivas de la ciudad. La mayoría de los 50.000 habitantes de L'Aquila, una ciudad comercial que alberga arquitectura medieval del siglo XIII y está considerada como uno de los centros del barroco italiano, abandonaron sus domicilios ante el temor de que las viviendas se hundieran. Los más afortunados pudieron recoger algunos pocos enseres que transportaban en maletas. Muchos vecinos de L'Aquila esperaban en los parques y centros deportivos y junto a sus coches.
L'Aquila, situada a las puertas del parque nacional del Gran Sasso e Monti della Laga, en los Apeninos, es una de las ciudades más frías de Italia, lo que complicaba la situación. La previsión para la noche de ayer es que las temperaturas bajasen hasta cerca de los cero grados. Con la llegada de la noche, además, comenzó a llover, acrecentando los problemas.
Uno de los edificios más afectados por el seísmo fue una residencia de estudiantes de L'Aquila. Uno de ellos pudo ser rescatado de los escombros gracias a una llamada que realizó con el móvil a su hermana y que pudo ser desviada a los servicios de rescate. La televisión pública italiana informó de que ayer por la tarde cinco estudiantes se encontraban todavía entre las ruinas de este edificio.
Testimonios recogidos por el informativo especial de la RAI en Paganica (provincia de L'Aquila) destacaban que las fachadas de muchos edificios presentaban un buen aspecto, «pero por dentro están completamente destrozados».
Datos de Protección Civil cifraban en 10.000 los edificios que resultaron dañados en la región de Abruzzo. El centro histórico de L'Aquila, con numerosas iglesias y un castillo del siglo XV, construido durante la dominación española y que acoge al Museo Nacional de Abruzzo, fue la zona que más daños sufrió. La basílica de Santa Maria di Collermaggio (siglo XIII) y las iglesias de Santo Domingo y Del Suffragio (ambas del siglo XVIII) se derrumbaron parcialmente, según informó el Ministerio de Bienes Culturales, que añadió que las obras de arte que albergaban estos edificios fueron trasladadas a lugares seguros.
Una parte del hospital de la ciudad tuvo que ser evacuado ante el riesgo de que se desplomase en caso de que se registrase una réplica -hubo más de 200-. Las televisiones ofrecieron imágenes de decenas de pacientes en camas en la calle mientras comenzaba a llover. Los responsables médicos aseguraron en antena que todos ellos serían trasladados a otros centros sanitarios lo antes posible.
En Roma, monumentos como las Termas de Caracalla (siglo III) resultaron dañados. Pese a ello, permanecieron abiertos al público. Las autoridades destacaron que ni el Foro ni el Coliseo (siglo I) sufrieron daños.
Equipos de rescate provistos de perros y excavadoras se dedicaron a retirar los escombros a la búsqueda de víctimas. El ministro del Interior, Roberto Maroni, anunció el envío de un refuerzos de 1.700 efectivos, de los que 1.500 eran bomberos.
Polémica por la ayuda externa
Numerosos países ofrecieron su ayuda a Italia, pero Angelo Miozzo, responsable de Protección Civil, destacó que «por el momento, no la necesitamos».
El presidente de la región de Abruzzos, Gianni Chiodi, destacó que no eran necesarias las donaciones extraordinarias de sangre, puesto que estaban suficientemente abastecidos. Horas antes, el ministro de Trabajo, Maurizio Sacconi, en cambio, había hecho un llamamiento a donar sangre y los medios de comunicación publicaron listas de hospitales de la región de Lacio, cuya capital es Roma, o Pescara, en la misma región de Abruzzo, a los que se podía acudir.
Sin embargo, Ferdinando Nelli Feroce, representante permanente de Italia ante la UE, destacó que el Gobierno había solicitado fondos europeos de emergencia para hacer frente a catástrofes naturales. Berlusconi, en su línea, había manifestado previamente que Italia disponía de los fondos necesarios para atender a los damnificados.
El jefe de Policía, Antonio Manganelli, informó de que se habían producido detenciones de personas dedicadas al pillaje en casas que se encontraban vacías puestos que sus habitantes habían huido por el temor a réplicas.
«He permanecido tres horas debajo de los escombros. No conseguía liberarme. Afortunadamente, dos vigas han impedido que el muro me cayese encima», cuenta a la web del diario «La Repubblica» Guido Mariani, de 23 años, estudiante de ingeniería electrónica, todavía afectado por el shock.
Junto a él, se encuentra el cadáver de su compañero de piso desde hace dos años. Ambos vivía en el centro de L'Aquila, en la calle XX Setembre, la zona más golpeada por el seísmo.
«Los servicios de socorro han llegado tres horas después del terremoto», acusa Mariani, mientras el padre del fallecido comienza a rezar junto a su cuerpo.
«Estas es una ciudad que está completamente llena de cuarteles, pero quienes me han sacado han sido los vecinos, con sus propias manos. Gritaba para pedirles ayuda. Notaba que mi móvil vibraba, pero no lograba cogerlo. Finalmente, han conseguido abrir un hueco, me he apoyado en las manos y he conseguido salir. En el edifició en el que vivía había una docena de apartamentos. No sé cuánta gente hay todavía allí abajo», explica Mariani.
«Ha sido terrible. La casa se ha movido durante mucho tiempo y parecía que no iba a parar nunca. En ocasiones, las oscilaciones eran verdaderamente intensas. Nunca había visto una cosa parecida en toda mi vida. Vivo sola en un quinto piso del centro de Roma [a 118 kilómetros de L'Aquila]. He intentado desesperadamente ponerme en contacto con el teléfono de los bomberos y con el 112, pero estaban siempre comunicando. A mi alrededor todo era silencio y no se veía luz en ninguna ventana. Bajar a la calle en el barrio Monti, donde vivo, significa no saber exactamente adónde ir: todas las calles son muy estrechas y en las cercanías no hay ningún espacio abierto. He pasado toda la noche bajo la única viga que hay en mi casa. El teletexto ha tardado muchísimo tiempo en informar sobre el terremoto. En internet he visto que desde ayer [domingo] a la noche ya había terremotos en el centro de Italia. ¿No es posible que en estos casos Protección Civil informe sobre qué hay que hacer a través la radio o la televisión o algún otro medio? ¿Tenemos que vivir una experiencia tan traumática sin ninguna indicación sobre cuánto tiempo tenemos que permanecer en casa sin salir a la calle?», contaba L.M., una lectora del diario «La Repubblica» en el espacio de la web que recogía testimonios de afectados desde todo el centro de Italia.
La región de Abruzzo se encuentra en una zona de intensa actividad sísmica. En la vecina región de Molise se registró en 2002 otro seísmo con 30 muertos. En 1980 hubo 3.000 en un terremoto en Campania.
Durante los días previos a la tragedia el nombre de Giampaolo Giuliani había cobrado relevancia en los medios de comunicación italianos al enfocarse sobre su persona una inusitada polémica sobre la posibilidad de prever los terremotos. Incluso, ha estado a punto de ser denunciado ante los tribunales bajo la acusación de provocar la alarma social sin motivo justificado.
Giuliani no es un vidente, sino un científico que trabaja en el Laboratorio Nacional del Gran Sasso (LNGS), uno de los centros de investigación sobre física de partículas más importantes del mundo, cuyas instalaciones se encuentran bajo el macizo del Gran Sasso, entre L'Aquila y Teramo, donde ayer se registró el terremoto.
La semana pasada algunos medios centraban su atención sobre «el terremoto que no fue». Y es que Giuliani había advertido que la región sería golpeada el domingo 29 de marzo por un terremoto «desastroso». Para ello se basaba en datos recogidos por el LNGS: desde mediados de febrero, la región de Abruzzo había sido sacudida por más de 30 sismos de magnitud superior a 2 grados; además, se había detectado un notable aumento de emisiones de radón, un gas radiactivo que se libera desde el subsuelo cuando encuentra una vía de fuga hacia la superficie.
El 29 de marzo, efectivamente, se registró un temblor de 4 grados en la escala Richter en Sulmona -localidad de 25.000 habitantes situada a unos 70 kilómetros de L'Aquila-, lo que provocó el pánico entre la población. Así lo comentaba ese mismo día el alcalde, Fabio Federico, quien se hallaba en Roma: «Los agentes de la Policía Municipal me han puesto en contacto telefónicamente con este señor [Giuliani], que me ha anunciado la llegada, en pocas horas, de un seísmo devastador. Yo no sabía qué hacer: ¿poner en marcha el plan de evacuación o no hacer nada?». Los habitantes de Sulmona ya habían tomado una decisión: salían a las carreteras con las maletas, desalojaban las iglesias, familias enteras se refugiaban en los gimnasios...
Pero ese temblor no originó daños materiales, por lo que Giuliani fue colocado en la diana por quienes consideraban injustificada la alarma. El propio jefe de Protección Civil, Guido Bertolaso, reclamó que se castigara penalmente a «aquellos imbéciles que se divierten difundiendo noticias falsas».
Pese al susto, se podía poner en entredicho la predicción «tan exacta» de Giuliani, pero la reacción de Bertolaso también se antojaba desproporcionada. Éste reiteró ayer que «todo el mundo sabe que los terremotos no pueden preverse». Y Giuliani, apesadumbrado por la tragedia, se ratifica en su tesis: «Existe el riesgo de que mañana me metan en la cárcel, pero lo confirmo: no es verdad, es falso que los temblores de tierra no puedan prevenirse. (...) Hace tres días observamos un fuerte aumento de radón, por encima del nivel de seguridad. Y fuertes aumentos de radón señalan fuertes terremotos. Esta noche, mi sismógrafo avisaba de una fuerte sacudida sísmica, y lo hemos puesto `on line'. Todos podían observarlo, y han sido muchos los que lo han hecho. Hemos vivido la noche más terrible de nuestra vida...».