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La CAV, una Comunidad con pocos símbolos comunes

El eurodiputado del PP Carlos Iturgaiz ha propuesto cambiar el actual himno de la CAV por el «Gernikako Arbola». «¡O por «Desde Santurce a Bilbao»!», se le ha escuchado gritar a Ricardo García Damborenea desde el rincón negro de la historia. La cosa tiene bemoles.

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Iñaki IRIONDO

La oficialmente denominada Comunidad Autónoma del País Vasco tiene un importante problema con su simbología, derivado en buena medida del conflicto nacional no resuelto, de su carácter de mera fracción de Euskal Herria y de una transición que se hizo de espaldas a una parte de la sociedad, precisamente la más activa en política.

La propuesta de Carlos Iturgaiz, que ahora puede parecer un estrambote, estuvo a debate en el Parlamento en marzo de 2001, casi 22 años después de la aprobación del Estatuto. El PSE, por boca entonces de José Antonio Maturana, propuso la creación de una ponencia dentro de la Comisión de Instituciones e Interior «que, previos los trabajos pertinentes, busque un mayor consenso sobre un nuevo himno». La propuesta fue aprobada con los votos de PSE, PP y UA y sólo la disolución de la Cámara apenas unos días después evitó su puesta en marcha.

El himno oficial de la CAV es desde 1983 la música del «Eusko Abendaren Ereserkia», más conocido como «Gora ta Gora». Hubo entonces un debate caliente entre quienes consideraban que éste era un himno del PNV o incluso racista desde su título y los que recordaban que fue el utilizado por el Gobierno Vasco de concentración de 1936. Frente a esa opción se alzaba con fuerza la del «Gernikako Arbola» que defendían desde Euskadiko Ezkerra a Alianza Popular. Fue en uno de aquellos apasionados debates cuando Ricardo García Damborenea dijo que a él le daba lo mismo cantar uno u otro o el «Baratzeko pikuak hiru txurten ditu», pero que era necesario un himno de consenso. Después, en negociaciones con el PNV, añadió a la lista el «Desde Santurce a Bilbao» y los portavoces jeltzales -desde Iñaki Anasagasti hasta José Antonio Rubalkaba- lo recordaron en cada debate parlamentario que hubo sobre la materia.

Finalmente la decisión se adoptó con el único apoyo de los parlamentarios del PNV y uno del CDS. La oposición llegó a proponer que se hiciera un concurso de composiciones e incluso se criticó que la partitura no estuviera «en clave de fa en tercera», como adujo José Luis Lizundia, de EE, tras recibir un soplo musical. Así, la CAV tiene un himno sin letra que apenas se emplea en actos oficiales y no está presente en ningún acto social. Sólo se canta en las reuniones del PNV y con la letra de Sabino Arana.

La fiesta

Si el himno aprobado en el 83 no ha cuajado y es todavía objeto de discusión, lo mismo cabe decir de la fiesta de la comunidad que, sencillamente, no existe. En 1981 el Parlamento de Gasteiz declaró «el domingo de Pascua, como el día de todos los vascos» y a ello añadió que «las instituciones propiciarán, en su ámbito, las actividades políticas, sociales y culturales que proporcionen el correspondiente rango institucional al Aberri Eguna». La propuesta salió adelante con el apoyo del PNV, EE y el PCE, pero no define la fecha como Día de la Comunidad ni es celebrada como tal por las instituciones.

Desde entonces y hasta fechas todavía recientes, se ha mantenido el debate sobre si debiera declararse Día de la Comunidad o al menos festivo el 25 de octubre, fecha del referéndum del Estatuto. En aquel debate de 1981, el lehendakari Carlos Garaikoetxea dejó abierta la posibilidad de incluirlo entre los festivos que puede disponer el Gobierno autonómico en el calendario laboral, pero nunca se ha hecho.

En aquel debate hubo un orador que recriminó a algunos partidos que hubieran presentado la festividad del 25 de octubre enfrentándola a la del Aberri Eguna. E hizo una vibrante defensa del Aberri Eguna como «día de resistencia» y «día de carácter nacional y no partidista». Recordó además que «no estamos fabricando mecánicamente nada que ya desde antes no estuviera previsto por la lucha y por los acontecimientos que heróicamente el pueblo vasco está llevando adelante, con o sin razón, desde hace 150 años». Era Teo Uriarte, entonces en EE y hoy gerente de la «Fundación para la Libertad» donde se reúnen los promotores de Foro Ermua, Basta Ya y otras asociaciones similares.

La capital

Atención, pregunta: ¿Cuál es la capital de la CAV? a) Bilbo; b) Donostia; c) Gasteiz; d)La CAV no tiene capital. En sentido estricto, la respuesta correcta es la «d». Mientras en el Estatuto de Catalunya puede leerse que «la capital de Cataluña es la ciudad de Barcelona» y en el andaluz figura que «la capital de Andalucía es la ciudad de Sevilla», en el de la CAV se recoge que «la designación de la sede de las instituciones comunes de la Comunidad Autónoma del País Vasco se hará mediante Ley del Parlamento Vasco y dentro del territorio de la Comunidad Autónoma». Y eso es lo que se hizo en 1980: designar «a Gasteiz-Vitoria como sede del Parlamento y del Gobierno», sin hablar de capitalidad.

Gasteiz es por tanto la ciudad donde están el Parlamento y el Gobierno pero ni aparece reconocida como capital en el Estatuto ni ha tenido un posterior reconocimiento en una Ley de Estatuto de Capitalidad, como la que tiene, por ejemplo, Santiago de Compostela en Galiza.

La necesidad de una ley de capitalidad para Gasteiz fue expuesta por el PSE en 2006, aunque no figura en el programa actual. Sí que el Ayuntamiento está desarrollando una campaña institucional para promocionar esa capitalidad y el propio PNV centró la ultima campaña electoral en Gasteiz en potenciar su condición de capital. Pero, según una encuesta reciente, un 32% de los habitantes del Estado español sigue pensando que Bilbo es la capital de la CAV.

La bandera y el escudo

El escudo de la CAV fue aprobado por el Consejo General Vasco en noviembre de 1978, eligiendo el «Laurak Bat» del Gobierno Vasco de 1936. Después, en 1985, a instancias del Gobierno de Nafarroa, el Tribunal Constitucional español anuló aquel decreto y del escudo acabaron desapareciendo las cadenas de Nafarroa. Y, ahora, Carlos Iturgaiz propone retirar también el cuartel rojo que ocupaban en su día.

En todo este galimatías simbólico, la ikurriña parece hoy el único aceptado comúnmente. La bandera sí figura recogida en el Estatuto, aunque algunos sectores vieron su inclusión como una concesión al PNV. En cualquier caso, la ikurriña es un símbolo que no define sólo a la CAV (donde tampoco puede ondear sin la obligada compañía de la rojigualda) sino al conjunto de Euskal Herria, y así se usa con normalidad, por ejemplo, en Lapurdi, Zuberoa o Nafarroa Beherea, donde puede encontrarse hasta en las tiendas de recuerdos.

Viendo lo poco asentadas que están las bases simbólicas de la CAV, no sería extraño que, al calor de la nueva mayoría parlamentaria, se abran de nuevo viejos debates.

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