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ANÁLISIS Elecciones en Argelia

Abdelaziz Buteflika: una amarga y concluyente victoria

La aplastante victoria del presidente Abdelaziz Buteflika en las elecciones argelinas del jueves supone «la vuelta al partido único» para la oposición, que cuestiona los datos de participación de una sociedad que clama la alternancia dentro y fuera de este Estado mediterráneo.

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Elena BELOKI RESA

Si la elección del presidente argelino no ha constituido novedad alguna, la tasa de participación ha sido más alta de lo esperada. Así, las fuerzas opositoras no han otorgado veracidad alguna al dato oficial. El FFS cifraba la participación en torno al 18 %, y el RCD o los islamistas definían la misma como el resultado de un aumento desmesurado del censo, de la gran movilización de funcionarios y fuerzas de seguridad que amenazaban a aquellos que no querían votar, y otorgaban todo tipo de prebendas a ciudadanos con problemas económicos.

Buteflika ha sido elegido presidente, pero los males que corroen la sociedad argelina son mucho más profundos que su sola elección. Rachid Tlemçani profesor universitario y autor de la obra «Elecciones y elites» opina que los elementos estructurantes de la crisis nacional de 1988 no han desaparecido e incluso se han hecho más complejos. El alza del precio del crudo ha pervertido la cuestión de la gobernanza. Los ingresos obtenidos no se han invertido en proyectos que contribuyan a la modernización y diversificación de la economía, de tal forma que reviertan en el interés general y respondan a las necesidades de la ciudadanía.

El presidente argelino tampoco ha sido capaz de adoptar grandes decisiones por miedo a cuestionar intereses bien establecidos en eso que en Argelia llaman la «economie du bazar». Los hidrocarburos, o el uso que se ha hecho de los mismos ha sido contradictoriamente un elemento determinante de la economía argelina, pero al mismo tiempo un obstáculo para reformar todo un sistema institucional que debía liberarse de los esquemas más dependientes del colonialismo, y de las condiciones de su liberación. Una elite gubernamental corrupta que hacía de la renta petrolífera su razón particular de ser y vivir, y quería condenarse a perdurar.

Buteflika es un claro ejemplo de ello. Un gobernante que gestiona y dirige el estado magrebí desde una relación de dominación. Distribuye la renta y los privilegios entre su gente, detesta los mecanismos de generación de riquezas y teme la autonomía de los ciudadanos y de la sociedad, como señalaba recientemente el que había sido jefe de gobierno, Mouloud Hamrouche. Por lo tanto, el fracaso de la democratización de Argelia no puede examinarse sin evaluar los comportamientos, actitudes e influencias de sus élites.

Reflexiones sobre el cambio político. En este sentido, y siguiendo la tradición argelina de utilizar el escenario internacional, la Universidad de Ginebra realizó en noviembre del 2008 un coloquio con personalidades del mundo académico, sindical y del arte argelino, sobre la necesidad de operar cambios políticos en el Estado. Aquel coloquio, que quiso ser una reflexión en voz alta sobre la situación actual argelina, ha desembocado en marzo en un llamamiento a esta nación donde confluyen las culturas árabe, tamazigh y musulmana. El llamamiento tenía por objetivo la movilización permanentemente contra el poder político y crear las condiciones necesarias para un debate sobre la instau- ración de instituciones sólidas y responsables que posibiliten una alternancia del poder. Una serie de proposiciones acompañaban el manifiesto, la celebración de una conferencia nacional con todas las voluntades políticas, desde el FIS hasta el FFS, y la preparación de elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente.

Así las cosas, los firmantes del llamamiento plantean esta reflexión como un largo proceso y prevén como escenario posible, la corta duración del tercer mandato del presidente y, por consiguiente, de la era postButeflika. Un escenario que había sido preconizado por diferentes grupos, pero ante el que nadie osaba correr el telón. Un escenario en el que los jóvenes y los movimientos sociales están llamados a ser motor y aval del proceso que se vaya abriendo.

Diversificación de la economía. Otro escenario de la era postButeflika es el socioeconómico. Argelia depende del petróleo y del gas. Los hidrocarburos representan el 30 % del PIB, el 60% del presupuesto del Estado y más del 95 % de las exportaciones. Por otra parte, a pesar de la baja del precio de los hidrocarburos, la crisis financiera mundial no ha afectado a Argelia, que no dispone de bolsa propia y mantiene pocas relaciones financieras con el extranjero.

Sin embargo, los diferentes gobiernos no han realizado una reflexión sobre las modalidades de adaptación de la nueva economía a las realidades económicas y sociales nacionales y, así, resurgió una serie de insuficiencias, como la caída progresiva del sector público, el 13,8% de la población activa en paro y el 36,9% de empleo inestable y la falta de empresas de envergadura y de capital humano preparado resurgieron, que hoy condicionan negativamente el creci- miento económico y refuerzan la dependencia del petróleo. Algo que, sin duda, empeorará con la crisis mundial.

Ante esto, Buteflika ha optado por el desarrollo de infraestructuras, ha prometido un plan de 150 millardos de dólares, durante 5 años, para crear 3 millones de empleos, pero en una coyuntura mundial con tendencia a la caída del precio del petróleo el optimismo del presidente argelino plantea más interrogantes que respuestas. Los economistas argelinos estiman que Argelia puede mantenerse durante varios años, pero más que de tiempo se trata de saber si el Gobierno será capaz de diseñar econo- mía generadora de un crecimiento fuerte: Si se priorizarán o no los verdaderos factores-claves, si se apostará por una reforma educativa real, si se moderni- zará la gestión institucional... Muchos interrogantes, demasiados, para una sociedad que clama la alternancia.

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