Akin Birdal ya era un reconocido activista en diferentes movimientos socialistas antes de licenciarse por la Universidad de Ankara. El golpe de Estado de 1980 supuso un tremendo mazazo del que la izquierda sigue aún sin recuperarse, pero su firme compromiso en la lucha contra las injusticias cometidas en su país contra la clase trabajadora y el pueblo kurdo le llevaron a convertirse en presidente de la Asociación de Derechos Humanos de Turquía.

Ocupaba dicho puesto cuando, en 1996, recibió seis impactos de bala en un atentado. A pesar de los informes que advertían de su delicado estado de salud tras el trágico suceso, Akin Birdal fue encarcelado dos veces entre los años 1999 y 2000. Su atacante, Semih Tufan Gülaltay, es hoy uno de los principales procesados en el juicio contra la red Ergenekon.

En 2007 se presentó a las elecciones generales y fue elegido parlamentario por el DTP, la coalición kurda, por el distrito de Diyarbakir, cargo que sigue manteniendo todavía a día de hoy.

El pasado 29 de marzo se presentó a la Alcaldía de Estambul como candidato del DTP kurdo, apoyado por una plataforma que aglutinaba a diferentes agrupaciones socialistas turcas.

Durante la campaña electoral, varios intelectuales así como diversas personalidades del mundo de la cultura turca manifestaron su apoyo a Birdal. Y es que muchos ven en el candidato turco y socialista del DTP el necesario puente entre la fragmentada izquierda turca y el castigado pueblo kurdo.

Usted es turco. ¿Cómo se entiende su posición en el que es el principal partido kurdo de Turquía?

No puede haber ni paz ni democracia sin los kurdos, y tampoco creo que la clase trabajadora pueda conseguir sus derechos sin ellos. Por otra parte, no me gusta clasificarme en un partido político concreto, más bien me considero un defensor a ultranza de los derechos humanos de todos los individuos.

Dichos derechos son universales, pero en Turquía todos somos testigos de lo brutalmente violados que han sido los derechos de los kurdos. Es imposible no levantarse en contra de esta injusticia, de esta barbarie cometida contra un pueblo entero. Siempre me he sentido cercano a esta gente, así que cuando el DTP me ofreció incluirme en sus listas y presentar mi candidatura al Parlamento por el distrito de Diyarbakir en 2007, me sentí muy honrado.

Antes trabajábamos por los derechos humanos desde fuera del Parlamento, pero ahora podemos hacerlo también desde dentro.

En 1996 fue usted víctima de un atentado en el que sobrevivió a seis impactos de bala. Lejos de mantenerse en la sombra, hoy se vuelve a exponer desde un puesto de gran responsabilidad en un partido que está siempre en el punto de mira. ¿Duerme usted tranquilo?

Ahora mismo no me siento directamente amenazado. No obstante, no olvido que el mío es un país en el que no existen garantías democráticas, un país sobre el que se cierne la amenaza de un nuevo golpe militar y que es incapaz de enfrentarse a un problema tan grande como el del pueblo kurdo. Por todo esto, Turquía sigue siendo un caldo de cultivo para nuevas bandas armadas y la amenaza está siempre presente.

Hay quien ve una contradicción en el hecho de que un reconocido defensor de los derechos humanos como lo es usted represente a un partido que apoya sin fisuras a la guerrilla del PKK...

El PKK y el DTP son dos organizaciones distintas, pero que tienen su razón de ser en el problema kurdo. El DTP es el represen- tante legal y político de los kurdos de Turquía mientras que el PKK es el fenómeno armado que responde al statu quo actual. Son dos manifestaciones que buscan soluciones a un problema que aún no ha sido resuelto.

Lo que no podemos olvidar es que en Turquía se han recogido 3,5 millones de firmas que reconocen a Abdulah Ocalan como líder de los kurdos de este país y le legitiman como interlocutor en un supuesto proceso de paz (negociación). Buscar la solución fuera de este marco será necesariamente una pérdida de tiempo.

La solución ha de ser política y democrática, un proceso que impulse una nueva Constitución que garantice los derechos de los kurdos. Ésa es la solución que esperan tanto el PKK como el DTP.

¿Por qué tarda tanto en llegar esa solución?

La razón principal es que el Ejército no ha abandonado todavía la vida civil. Para Ankara el fracaso de una solución a la cuestión kurda no es otro que el fracaso de una operación militar a gran escala. En otras palabras, la búsqueda de una `solución' militar al problema kurdo ha convertido esta cuestión en un asunto de todo el pueblo turco. Al no haberse dado ningún paso, ni democrático ni pacífico, en esta dirección, la paz parece más lejana cada día que pasa.

No obstante, en los últimos años se han producido algunos cambios. Hace no tanto era imposible encontrar un libro en lengua kurda y hoy se venden discos, gramáticas y diccionarios de esta lengua con total normalidad...

Está claro que se han producido algunos cambios, la mayoría de poco calado, pero han sido los mismos kurdos los que los han provocado. Lo único que ha hecho el Gobierno ha sido poner en marcha TRT6 (una cadena de televisión en lengua kurda) a pocos días de las elecciones. No hay un interés real en buscar soluciones, la estrategia supuestamente aperturista del AKP hacia los kurdos está encaminada a conseguir votos en una región conservadora en lo religioso.

Ahmet Türk (presidente del DTP) se dirigió a los miembros del Parlamento en kurdo el mes pasado y hasta el momento no se le ha impuesto ninguna medida disciplinaria, ¿no es así?

La última vez que alguien se dirigió en kurdo a los miembros de la Asamblea fue en 1991. Entonces cuatro diputados kurdos fueron inhabilitados y encarcelados durante 10 años. No creo que Turquía vaya a emprender acciones judiciales contra Türk, porque sabe que será un juicio al derecho a hablar en kurdo, y ésa es una batalla que ha perdido hace tiempo.

¿Considera posible que Estambul pueda tener algún día un alcalde del DTP?

¿Por qué no? El día que esto ocurra significará que turcos y kurdos conviven al fin en paz. Nuestro objetivo es hacer de Estambul una ciudad en la que la gente no tenga que preocuparse ni por el hoy ni por el mañana. Estambul es Turquía, necesitamos construir lazos espirituales y emocionales entre Estambul y Diyarbakir. Llevaremos el Primero de Mayo a Diyarbakir, y traeremos el Newroz a Estambul. Ésta es la base para la fraternidad.

Admitir que Turquía es un país multicultural es el primer paso. Sabemos lo que ha ocurrido con los kurdos, los armenios, los asirios, los socialistas y la clase obrera en general, por lo que es imprescindible entender a Estambul como una metrópoli con una gran diversidad, tanto en el ámbito cultural como en el ámbito social.