ASTEA MUNDUAN
Los problemas de tener como primer ministro a un gran bocazas
Martxelo DÍAZ
Periodista
Lo de Silvio Berlusconi clama al cielo. Ya se sabía que era un bocazas y que su incontinencia verbal había provocado más de un incidente internacional. Pero lo de hacer bromitas, cuando miles de sus ciudadanos han perdido todo lo que tenían (casa, trabajo, familia, amigos, ...) alcanza ya la categoría de obsceno sarcasmo.
Un primer ministro de un país europeo no se puede permitir decir que quienes están refugiados en las tiendas de campaña instaladas en Abruzzo tienen que hacerse a la idea de de que están pasando un fin de semana en un camping. No se sabe si bajo sus implantes de pelo y los rayos UVA, Berlusconi se ha dado cuenta de que el lunes, los del camping no podrán volver a sus casas porque son un montón de escombros. Seguramente, no habrá caído en la cuenta de que no tienen, como él, una lujosa mansión en Villa Certosa, en la exclusiva costa del norte de la colonizada Cerdeña, para pasar el resto de sus «vacaciones» forzosas.
La bromita racista de decir que Barack Obama luce un bonito «bronceado» molestó a los estadounidenses. El manifestar en pleno Parlamento europeo que el portavoz del grupo Socialista, Martin Schultz, tenía pinta de vigilante de un campo de concentración molestó a los alemanes y a quienes sufrieron la persecución nazi. Pero reírse del sufrimiento de sus propios compatriotas después de rechazar la ayuda humanitaria internacional evidencia que el primer ministro italiano está pasado de rosca. El drama de los italianos es que ya no tienen izquierda. Ni siquiera centroizquierda.