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José Luis Orella Catedrático senior de universidad

Las razones del cambio

En Euskadi se ha realizado un cambio de partidos políticos en el Gobierno y en el Parlamento. Este cambio ha estado preparado y orquestado por una serie de razones geopolíticas que vamos a intentar desglosar. Pero este cambio puede tomar dos direcciones diferentes que es necesario describir. Puede ser un cambio únicamente de partidos y personas, es decir, convertirse en un cambio coyuntural o de oportunidad política o, por el contrario, puede ser el inicio de un cambio estructural que muchos vascos anhelan desde hace lustros.

Razones del cambio coyuntural:

1. Razones políticas: Los dos partidos, PP y PSE, que durante treinta años han estado en la oposición del Gobierno vasco, tenían deseos y añoranzas de hacer valer sus votos para la toma del poder político. Así como había uniones contra natura con el objetivo de derrocar al franquismo, igualmente ha sucedido en este momento histórico en que se han unido partidos irreconciliables en el ámbito estatal con el objetivo de derrocar al nacionalismo. Ahora legítimamente han unido sus fuerzas en un pacto tácito de legislatura de no agresión.

2. Razones de instauración españolista: Los dos partidos, aunque divergen en proyectos políticos, sociales y éticos, convergen sin embargo en uno substancial que es la implantación del programa de españolización en el ámbito navarro y vasco. No coinciden en el ámbito internacional, ni en el de las relaciones entre la Iglesia y el estado, ni en la implantación de la asignatura de valores humanos en la escuela, ni en el reconocimiento de la homosexualidad, ni en la ley del aborto. Más aún, no están de acuerdo en la renovación de las instituciones políticas, sociales e institucionales y mucho menos en el concepto de qué se entiende por España. Es decir, que los programas políticos de ambos partidos son incompatibles en los planos ético, moral, ideológico, social y político. En lo que verdaderamente coinciden es en el frentismo, en el resentimiento de oposición al nacionalismo y en la aspiración de implantar el genérico españolismo.

Razones del cambio estructural: Por primera vez en la historia secular del País Vasco dos partidos de implantación mayoritaria en España se han unido para gobernar Euskadi. Es la mejor oportunidad de normalizar las relaciones de las provincias vascongadas y el Estado constitucional de España que desde las guerras carlistas está esperando un acomodo constitucional que regule los fueros a la unidad constitucional de la Monarquía.

1. Razones para el cumplimiento de la Constitución. Será la ocasión de dar cumplimiento a lo anunciado por la Constitución de 1978 en lo referente al reconocimiento de los derechos históricos. La adicional primera de la Constitución dice textualmente: «La constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. La actualización general del régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y de los Estatutos de autonomía». Es por lo tanto el momento de crear una comisión paritaria del Gobierno español y del de Euskadi para la actualización general del régimen foral en el marco de la Constitución y de los Estatutos de autonomía.

2. Razones para el cumplimiento integral del Estatuto de Autonomía de Gernika. Igualmente ambos partidos que pretenden ahora reimplantar el Estatuto de 1979 han negado sistemáticamente en estos últimos treinta años el trasvase de un conjunto amplio de transferencias que son vitales para el desarrollo económico, social y político de los vascos. Es el momento de culminar el Estatuto con las transferencias pendientes según la norma estatutaria.

Más aún, será el momento de aceptar y cumplir el artículo primero del Estatuto que textualmente dice: «El Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado Español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto que es su norma institucional básica». Desde la aceptación sincera de este artículo los dirigentes del PP, del PSOE y del PSE deberían afirmar la existencia del Pueblo Vasco o Euskal Herria.

Del mismo modo se encuentran con la oportunidad histórica de culminar el Estatuto de Autonomía del País Vasco en lo referente a su artículo 2 y 3 que textualmente dicen: «Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, así como Navarra tienen derecho a formar parte de la Comunidad Autónoma del País Vasco». «El territorio de la Comunidad Autónoma del País Vasco quedará integrado por los Territorios Históricos que coinciden con las provincias, en sus actuales límites, de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, así como la de Navarra, en el supuesto de que esta última decida su incorporación de acuerdo con el procedimiento establecido en la Disposición Transitoria cuarta de la Constitución».

También deberán normalizar el uso del euskera en cumplimiento del artículo 6 del Estatuto, que dice: «El euskera, lengua propia del Pueblo Vasco, tendrá, como el castellano, carácter de lengua oficial en Euskadi, y todos sus habitantes tienen el derecho a conocer y usar ambas lenguas».

Por lo tanto ningún dirigente político que se precie puede dejar de expresarse en las dos lenguas oficiales de Euskadi. Si no son capaces de aprenderla o si no les interesa hacerlo, es razón suficiente para decaer de un liderazgo social y de mandato político.

3. Siguiendo el texto estatutario vasco será el momento de culminar el proyecto de las autonomías declarando el Estado plurinacional, plurilingüístico y pluricultural.

4. Tomando el mando de la economía, ambos partidos deberán ayudar a resolver la crisis, potenciando la unión de las tres cajas de ahorro de la Comunidad, sin aducir razones políticas que paralicen dicha unión.

5. Deberán aceptar la realidad social y sindical del País Vasco, especialmente que los sindicatos ELA y LAB concentren el mayor peso social y laboral de la Comunidad. A este fin deberán considerar a dichos sindicatos como interlocutores válidos en el diálogo social y laboral y en la recepción de ayudas económicas distribuidas en razón del número de afiliados.

6. Deberán aceptar el protagonismo que la diáspora vasca tiene, principalmente acrecentada por el exilio franquista, en las diferentes euskal etxea esparcidas por los diversos países, principalmente americanos.

7. Deberán normalizar la legislación, las detenciones policiales, las decisiones judiciales y la utilización partidista de los medios de comunicación. Hay leyes promulgadas ad hoc, detenciones policiales sospechosas de abusos democráticos y de torturas, decisiones judiciales ad personam. Hay retención de procedimientos judiciales («Egin», «Egunkaria») que no aguantan una visión democrática.

8. Deberán considerar que las penas de prisión con respecto a los presos vascos no pueden ser acrecentadas con la pena añadida de la dispersión y la lejanía de las cárceles, lo cual comporta desventrar la penología por la merma de la reinserción y porque los presos tengan como espada de Damocles la llamada «doctrina Parot».

Conclusión. Este pacto no puede quedar ceñido a un proyecto españolista, vasquista y antinacionalista que justificaría, como reacción, una unión de todos los que se sienten vascos ante el enemigo común, que ha tomado el poder con ayuda de leyes y jueces. De ser buscado únicamente el cambio coyuntural, habría que articular los medios de presión ante tal colonización frentista. Y los medios serán de ámbito político en el Parlamento de Gasteiz y, sobre todo, en el ámbito social. Las manifestaciones masivas y las huelgas generales no quedarán fuera de este horizonte, siempre que aparezca un proyecto lingüístico, educacional, político, social o laboral que cercene los derechos personales, la consideración de los vascos como pueblo y su proyecto de soberanía.

En cambio, si el proyecto de renovación es estructural aunque les hubiera gustado a los partidos nacionalistas ser sus protagonistas, se llegaría a normalizar las ya tensas y seculares relaciones del País Vasco con el Estado constitucional español.

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