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El torrente de sospechas por corruptelas en el balonmano europeo no deja de aumentar

La dimisión del manager del Kiel, Uwe Schwenker, parece ser sólo la punta del iceberg de un escándalo que va a sacudir los pilares del balonmano europeo. Las sospechas de corrupción y compra de partidos están aflorando como setas y la EHF es incapaz de lidiar el problema.

Natxo MATXIN

Andreas, hace tiempo que comprendí que no se puede ganar la Liga de Campeones sin recurrir a la corrupción de los árbitros». Son las palabras textuales que asegura el presidente del Hamburgo, Andreas Rudolph, le confesó el ahora dimitido Schwenker. El que fuera manager del todopoderoso conjunto teutón tomó la decisión de abandonar su cargo a raíz de que la fiscalía alemana abriera diligencias por sospecha de fraude, al no poder explicar el destino de unos pagos en metálico por importe de 100.000 euros realizados el año pasado.

Una cantidad que fue destinada a amañar la final de la Champions de 2007 contra sus compatriotas del Flensburg. Las pistas apuntan a que quien realizó las gestiones para comprar a la pareja arbitral fue el ex presidente del Medvescak de Zagreb, Nenad Volarevic, amigo del entonces entrenador del Kiel, y que al parecer entregó 92.000 euros a los colegiados. El sospechoso negó las acusaciones alegando que dicho montante era su prima por la mediación en los traspasos de algunos jugadores, pero por si acaso la Agencia Anticorrupción croata ya ha dado orden a la Policía de su país para que inicie las investigaciones.

Es el caso que ha abierto la caja de Pandora de un periodo convulso que se avecina en el balonmano del Viejo Continente, ya que no parece que vaya a ser el último episodio en el que intervengan los tribunales, bien sean ordinarios o deportivos. Por si acaso, y a la vista de lo que se viene encima, la Federación Europea de Balonmano (EHF) ya envió a mediados de marzo un cuestionario a todos los árbitros que habían pitado encuentros oficiales en los últimos cuatro años. Tras su análisis, sacó la conclusión de que seis partidos están en entredicho. En cuatro de ellos jugaron equipos rusos.

50.000 euros

Como el choque de vuelta de la final de la Recopa de Europa de 2006, que enfrentó al Chekhovskie Medvedi -rival del Portland este año en Champions- y al Valladolid. Los rusos ganaron de ocho goles y enjugaron la diferencia de la ida, pero recientemente la EHF suspendió al dúo arbitral alemán -Bernd Ullrich y Frank Lemme- que dirigió el trascendental envite. Los germanos fueron interceptados en el aeropuerto de Moscú, lugar donde se disputó el partido, con 50.000 euros en metálico en su equipaje, dinero del que aseguraron desconocer su procedencia.

Los vallisoletanos son los «pupas» en toda esta situación que se ha destapado. Ellos también pudieron ser víctimas de otro intento de soborno en la semifinal de la Recopa de 2004, que enfrentó a los de Juan Carlos Pastor con el Gorenje Velenje esloveno. El árbitro suizo Michael Falcone, uno de los encargados de dirigir la contienda, denunció haber recibido una extraña llamada a su móvil antes del encuentro por parte de un ex colegiado esloveno, reconvertido a funcionario, y que le dio a entender que el Velenje debía ganar el compromiso, según recoge la revista «Der Spiegel».

Las sospechas ni siquiera escapan a las competiciones continentales de selecciones. La última final del campeonato europeo, en la que se impuso Francia a la anfitriona Croacia, también ha quedado en entredicho, aunque las imputaciones parecen más bien interesadas, dependiendo de donde provengan las quejas.

Los croatas anunciaron hace no mucho que iban a demostrar que el arbitraje había favorecido claramente a los franceses de manera interesada. Por contra, uno de los colegiados de ese encuentro, el danés Lars Ejby Pedersen, dejó caer que los organizadores les habían ofrecido prostitutas.

Quizás sea la oportunidad propicia para sanear, de una vez por todas, un deporte en el que la trascendencia de las decisiones arbitrales es mucho mayor que en otras disciplinas deportivas.

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