Sed
El objetivo inicial de la dispersión de presos políticos vascos, veinte años atrás, era dinamitar por dentro el colectivo, negar su personalidad, hurtar el debate y deteriorar las condiciones de vida de los familiares. Dos décadas después, a la luz de la ausencia de resultados, sólo se sostiene por la sed de venganza de los políticos carceleros. Y la sociedad vasca aún espera una autocrítica de los colaboracionistas.
OLASO