Helen Groome Geógrafa
Natxo, piénsalo de nuevo
Inaxio, que había puesto tanta ilusión y había realizado tantos esfuerzos para convertirse en agricultor ecológico, resulta que no puede vender su cultivo como ecológico por contaminación transgénica
Basta ya de darme la tabarra, padre! Es legal, la explotación es mía y quiero sembrarlo. Pedro ya lo ha sembrado. ¿Por qué me das tanto la lata?».
«Bueno, hijo, solamente quiero que lo pienses un poco. Creo que no has considerado todo lo que implica usar ese maíz en concreto. Si dejaras de escuchar únicamente al vendedor de esa semilla, sabrías que te pagarán menos dinero por la cosecha, ni siquiera se garantizan mayores cosechas y, aunque resolvieras el problema del taladro, cosa que dudo, se ve que otros insectos lo sustituyen... Ay, Natxo, aunque te fuera `rentable', creo que también deberías pensar en tus vecinos, sin hablar de la gente que luego comerá ese maíz».
«¿Qué me importan a mí los demás? Lo que interesa es producir algo que vende e, insisto, ese maíz es legal, la ley me deja sembrarlo».
«Pero hijo, ¿todavía no te has dado cuenta de la diferencia que puede existir entre lo legal y lo ético? ¿No te dice nada ese cerebro que tienes? ¿No te das cuenta de que aunque la ley te permita hacer algo no está necesariamente bien hecho, de que hay cosas para las que es mejor no hacer uso de la ley? Y no es que te pida hacer algo ilegal, simplemente te pido no escudarte detrás de la ley para hacer algo que no es nada ético».
«¡Vamos, padre! Siempre pensando en los demás. Y para ti, mi madre y yo, ¿nada?».
«Ya te he dicho lo que pensamos tu madre y yo de ese maíz. ¡No lo queremos ni en nuestra casa ni imponerlo en las casas de las demás! Ella y yo vamos a Zaragoza el 18, este sábado, para decir `sí a la agricultura y la alimentación 100% libres de transgénicos', a solidarizarnos con la gente del campo de Aragón, dónde más maíz transgénico hay en toda la Unión Europea».
«¿Y qué más da si lo hay? A nadie le importa un bledo».
«Hijo, ¿has visto a un hombre llorar alguna vez? El otro día estuve con Inaxio y lloraba de pena, angustia y rabia. Efectivamente, Pedro sembró ese maíz, y ahora Inaxio, que había puesto tanta ilusión y había realizado tantos esfuerzos para convertirse en agricultor ecológico, resulta que no puede vender su cultivo como ecológico por contaminación transgénica, va a perder dinero y no ganarlo a raíz del dichoso maíz transgénico, y todo el esfuerzo que realizó para guardar semilla ha sido en vano, ya que también su semilla está contaminada. Y cómo él, los vecinos de los campos de arriba. Ya sé que no están en ecológico, pero no han podido vender su maíz para gluten. Solamente lo han podido vender para piensos, y sabes muy bien que eso supone menos dinero. ¡Todos han perdido dinero! A Consuelda, la del campo de abajo, estuvo a punto de darle un síncope cuando le llegó el resultado del análisis de las semillas que lleva guardando décadas, ya que este año resulta que están contaminadas por maíz transgénico. ¿Qué le sugieres que haga? Y tú lo sabes Natxo. Sabes perfectamente que si usas maíz transgénico vas a contaminar los maizales del vecindario. ¡Vas a perjudicar a las personas que te rodean! ¿Te da igual?».