Maite SOROA | msoroa@gara.net
El juguete de Rosa
Rosa Díez se embarcó en su propia aventura en medio del aplauso unánime (o casi) de la fachenda cavernícola. Se trataba de embriagar al electorado de ZP y para ello la derechona se prestó a sufragar el perfume. Pero no ha tenido que pasar demasiado tiempo para que le pasaran la factura al pago.
En «La Razón» Ildefonso Ussía le mostraba las cuentas y adelantaba que, aunque Rosa Díez es «una mujer valiosa e inquieta», patina en ocasiones y se muestra como «decepcionante».
Dice más Ussía: «Tiene fuerza en la palabra y oquedades ideológicas. Va y viene. Creo que no sabe rodearse de personas coherentes. Fernando Savater le nutre de ideas». Eso sí parece preocupante, ¿verdad?
Se preguntarán por qué le zurra la badana Ussía. La respuesta, en una línea: «No se entiende la falta de apoyo en el Parlamento vasco a la elección de Arantza Quiroga. Esa abstención no es consecuencia de una profunda reflexión del parlamentario de UPyD. Orden de Madrid. ¿De Rosa Díez o de Savater? La cabeza visible, la responsable ante la opinión pública es Rosa Díez, y esa decisión suena a berrinche histérico». Ya empieza a asomar la patita el lobo. Y trata de razonar su extrañeza: «No concuerda la falta de apoyo a la parlamentaria del PP con la firmeza demostrada por Rosa Díez en muchos años de clara valentía. Un coraje que le nació y creció -nadie lo olvide- cuando abandonó su consejería en el Gobierno vasco presidido por Ardanza».
Los que fabricaron el juguete aducen ahora su mejor derecho para quitarle las pilas cuando quieran o para encaminarlo en la dirección que desean. Por eso dice Ussía que «Rosa Díez es una socialista que ha evolucionado hacia un centro que no ha encontrado todavía. Un centro de aire, una imposibilidad. Pero nadie le puede negar el tirón popular y la palabra fácil. Y vanidad. Rosa se viste de valiente, y no miente con su indumentaria. Lo es. Pero también lo son, y mucho más, los que van vestidos en el País Vasco de dianas, de objetivos macabros de la ETA. Arantza Quiroga es una de esas valientes que no se adornan. Y la que se viste de valiente le niega el voto. Muy raro. O celos». Lo que viene a decirle Ussía al oído es que su juguete vale para desgastar a ZP, pero que ni se le ocurra hacerle sombra al verdadero dueño del artefacto. ¿Entendido, Rosa?