Raimundo Fitero
El cante
Como sucede cada treinta o cuarenta días, ha nacido una nueva estrella mediática, se llama Susan Boyle, tiene unos cuarenta años, está desempleada, colabora en su iglesia, no se puede decir que tenga buena fotogenia, pero canta de manera casi increíble. Por lo bien. Apareció en un programa británico de cazatalentos, acabó con el cuadro y con la ayuda de Youtube, es ya mundialmente conocida. Realmente canta muy bien y su voz es de una calidad y potencia fuera de serie. Tras este descubrimiento quedamos a la espera del desarrollo de sus capacidades para emocionar.
Los noticiarios nos ofrecieron otros cantes, empezando por el Gobernador del Banco de España que parece saetero de la oposición y que nos vuelve a asustar con las pensiones de jubilación, la quiebra del sistema de la Seguridad Social. El siempre propenso al tanguillo por bulerías Fiscal General del Estado, Conde-Pumpido, que una vez más se colocó al frente de la campaña de represión de manera abierta. Confirma que están espiando, como siempre, que se dedican a asfixiar a miles de ciudadanos vascos, y se enfrenta con el mismo juez de siempre, porque dice que no secundará sus ganas de hacer una nueva farsa jurídica intentando encausar a los responsables de Guantánamo. Genial.
Quiero decir que el cante de Obama, es clásico, como una especie de espiritual. Confirmando los informes que aseguran que se torturaba (¿está bien colocado el tiempo del verbo?), se detallan las prácticas (algunas de ellas), pero a la vez se dice que no van a remover el pasado. O sea, impunidad. Pero el juez quijotesco sí quiere remover el pasado. Pero allí, muy lejos, porque la tortura aquí no existe, ni existió, ni existirá. Por decreto. En el Reino de España no se hacen interrogatorios especiales. Los informes de los organismos internacionales sobre los abusos y las prácticas en cuartelillos y comisarías muy parecidas a lo que en otros lugares del globo se llaman torturas, son calificadas como conspiraciones o intoxicaciones de los de siempre. Y ahí sí que afinan todos, fiscales, jueces, policías, políticos, voceros y costaleros. Menos los afectados, que además de ser torturados son amedrentados y perseguidos.