Medvedev advierte del «peligro» de las maniobras de la OTAN en Georgia
Ocho meses después de que un escalofrío recorriera Europa por la crisis armada entre Rusia y Georgia, la OTAN insiste en mantener sus planes de realizar maniobras militares el próximo mes en la república caucásica. Moscú ha pedido oficialmente que la alianza militar dé marcha atrás en sus planes y el inquilino del Kremlin, Dimitri Medvedev, tildó la decisión de «peligrosa» y «miope». Analistas occidentales coinciden en la inoportunidad de las pruebas.GARA |
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, calificó de «miope» y «peligrosa» la decisión de la OTAN de realizar maniobras militares en Georgia, que, añadió, dificultan la reanudación del diálogo entre Rusia y la Alianza Atlántica.
«Cuando un bloque militar realiza ejercicios en zonas donde hace muy poco tiempo había un alto grado de tensión y la situación sigue aún complicada, surge el peligro de todo tipo de complicaciones», advirtió el inquilino del Kremlin durante una comparecencia conjunta con su homólogo de Azerbaiyán, Ilham Aliev.
En opinión de Medvedev, el plan aliado de efectuar maniobras en Georgia «es miope y no contribuye a la reanudación de los contactos entre Moscú y la OTAN», anunciado recientemente y que la alianza militar suspendió tras la llamada «Guerra de los Cinco Días» entre Rusia y Georgia después de que este último país realizara una incursión en el territorio pro-ruso de Osetia del Sur.
Rusia responsabiliza al Gobierno de Tbilissi de ese conflicto armado, durante el que el Ejército ruso penetró en territorio georgiano y que supuso la consolidación de la independencia de facto de los enclaves de Osetia del Sur y Abjasia, cuya independencia Moscú después ha reconocido.
Medvedev afirmó que celebrar las maniobras aliadas en Georgia es tan peligroso como hacerlo en Oriente Medio o cerca de Corea del Norte, pues suponen «una demostración de la fuerza militar» ante Abjasia y Osetia del Sur, en cuyos territorios Rusia ha incrementado su presencia militar en varias bases militares, con 3.800 soldados en cada uno de ellos.
«Observaremos con máxima atención lo que ocurra durante esas maniobras, y en caso de necesidad tomaremos las decisiones pertinentes», advirtió el jefe del Kremlin, citado por la agencia Interfax.
El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, criticó asimismo la víspera los planes aliados y expresó la esperanza de que la OTAN «evite pasos que infundan de nuevo al régimen georgiano el sentimiento de impunidad y de que todo le está permitido».
La OTAN anunció esta semana que realizará un simulacro de operación militar en Georgia entre el 6 de mayo y el 1 de junio, bajo el mando del jefe del cuartel general aliado en Madrid, el teniente general Cayetano Miró Valls.
Según el comunicado de la Alianza, 1.300 militares de diecinueve países, entre ellos el Estado español, realizarán en territorio georgiano el ejercicio «Cooperative Longbow 09».
Un portavoz aliado, Robert Pszcel, se limitó a desmentir que hayan recibido una protesta formal por parte de Moscú y trató de quitar hierro a la cuestión insistiendo en que las maniobras «son todo menos una sorpresa» y que estaban planeadas desde la primavera de 2008.
Tbilissi se apresuró a denunciar «un nuevo intento de Rusia de interferir en nuestros asuntos interiores y de proseguir con una política de esferas de influencia exclusivas», en referencia a la Guerra Fría.
Analistas occidentales no han ocultado su preocupación por la decisión de la OTAN de seguir con sus planes y han señalado que «sería positivo congelar estos ejercicios y abrir un período de reflexión bilateral».
La aldea de Dai fue escenario de un choque armado sin víctimas entre la resistencia chechena y soldados rusos, el primero del que se tiene noticia desde que el Kremlin anunciara el final de la guerra ruso-chechena.
Alexandre Lukachenko, presidente de Bielorrusia y considerado hasta ahora «el último dictador de Europa» por la UE, ha sido invitado por Praga a participar en la cumbre de la Unión sobre el Partenariado Oriental.
El presidente georgiano, Mijail Saakachvili, ha vencido en el tour de force con la oposición, que ha fracasado en sus movilizaciones.
En el mayor desafío a su poder desde el conflicto ruso-georgiano de agosto, la oposición llamó a movilizaciones diarias desde el 9 de abril en las calles de Tbilissi.
La oposición le acusa de haber gestionado mal la crisis que condujo a la pérdida definitiva de los enclaves de Abjasia y Osetia del Sur y de haber dado un giro autoritario tras su llegada al poder en 2004 al calor de una «revolución de colores». No obstante, y tras haber reunido a 60.000 personas el primer día de la convocatoria, las manifestaciones no han dejado de perder fuelle día a día tras llegar a las 2.000 escasas de las últimas jornadas.
Los convocantes han intentado mantener la presión instalando tiendas en pleno centro. Pero todo apunta a que han fracasado.
Las disensiones ya han llegado. Mientras algunos dirigentes defienden una radicalización de las protestas, otros apuntan a buscar un compromiso con el Gobierno, que reacciona acusando a Rusia de haber enviado militantes surosetas del movimiento pro-Kremlin Nachi para dinamizar las protestas.
Los analistas señalan que, más que ante una prueba de la popularidad del presidente, estamos ante la muestra de la debilidad de la oposición y de un error de cálculo. Esperaban una represión como la que zanjó las protestas en el otoño de 2007, pero el régimen ha aprendido la lección y, mientras, cuenta con el factor tiempo para agotar las protestas.