«El imperialismo inventó la guerra contra el narcotráfico para intervenir en los pueblos»
La Federación del Trópico de Cochabamba es el sindicato que aglutinó las luchas campesinas contra la erradicación de la hoja de coca en el Chapare, de las que emergió la figura política de Evo Morales. Julio Salazar es su responsable en la actualidad.
¿Cómo se asentaron los cultivos de coca en el Chapare?
La privatización de recursos naturales que hicieron los gobiernos neoliberales originó importantes crisis económicas, y muchos mineros y campesinos del Altiplano que se quedaron sin trabajo emigraron hacia el Trópico de Cochabamba en los años 80. Las condiciones eran duras, y la necesidad de subsistir hizo que mucha gente se dedicara a la coca, ya que era el cultivo más rentable.
¿Cómo apareció la cocaína en la zona?
Antes vendíamos la hoja a la Coca Cola, la utilizábamos como siempre lo hizo nuestro pueblo, y no se sabía nada de la cocaína. ¿Quién trajo la droga? EEUU. Si no hubiera consumidores no habría droga, y los consumidores no somos los bolivianos. Además, los precursores (reactivos químicos para elaborarla) vienen de EEUU, y todas esas sustancias son legales. En cambio, persiguen nuestra hoja de coca. En los años 70, con la dictadura de Hugo Banzer, los soldados hacían la droga en complicidad con la DEA y la CIA, pero un pequeño cocalero estaba en la cárcel por plantar.
¿Qué intereses ven detrás de la prohibición de la hoja de coca?
Aquí no ha habido lucha contra el narcotráfico, sino otras intenciones. El imperialismo ha inventado la guerra contra el narcotráfico, o contra el terrorismo, para intervenir en los pueblos, para acallarlos. En Bolivia, utilizó la droga como instrumento político interno. Y todo era un sistema de corrupción. El dinero de las ayudas a la erradicación de cultivos acababa en sus empresas e instituciones, sólo el 10%-20% llegaba al agricultor. Además, con los cultivos alternativos no llegaba para comer.
Pero la lucha ha sido dura…
Era durísimo, para los campesinos y los dirigentes sindicales, con el valle tomado. Los yanquis controlaban las FFAA, la Policía, no respetaban nuestras casas, nuestras familias, usaban siempre la violencia. Somos agricultores, y nos presentaban como narcotraficantes. Pese a los planes trienales de erradicación y a que quisieran sacarnos del Trópico, logramos mantener las plantaciones y la comercialización, porque hubo mucha resistencia a la ley 1008. Nos dejó más de 100 muertos, 1.000 heridos de bala, detenidos, procesos…
¿Qué supuso para el Chapare la Ley 1008?
Nos ha llevado a enfrentarnos entre bolivianos. En el país siempre nos han satanizado. El Gobierno iba a la comunidad internacional pidiendo ayuda para acabar con la coca. Y en Bolivia decían que teníamos que renunciar a ella para que EEUU nos diera ayuda. ‘Por culpa de los cocaleros no hay ayuda’, decían. Y cuando había resistencia nos llamaban narcoguerrilleros, terroristas... Sólo somos agricultores, pero hemos sido perseguidos de forma permanente. Además, el 80% de los encarcelados por la ley 1008 no eran narcotraficantes, sino los que pisaban coquita, los que se juntaban para sobrevivir… Los verdaderos narcotraficantes nunca han entrado en la cárcel.
Esa resistencia a la Ley 1008 también forjó el liderazgo de Evo Morales…
Evo está en el poder por defender los derechos humanos, nuestras empresas estratégicas, la hoja de coca… por luchar por nuestra dignidad. Imagínese los yanquis dueños del país, en pleno neoliberalismo, con la privatización y saqueo de nuestros recursos naturales... y nosotros con ayuda externa. Somos el segundo productor mundial de gas, ¡y nunca nos hemos beneficiado de él! Con tantos recursos naturales, lo más humillante es ver al país arrastrándose y a nuestra gente mendigando en las calles. Eso nos ha llevado a esta lucha, que primero fue sindical y ahora también es política e ideológica. Y ha nacido más patriotismo. No sólo por defender la hoja de coca, también todos los recursos naturales.
Y se terminó también la persecución de cultivos en el Chapare…
Se acabó la idea de la erradicación, ahora se habla de racionalización, respetando el compromiso de que cada agricultor sólo plante un cato (sexta parte de una hectárea) de coca. Ya no se habla de buscar desarrollos alternativos, sino de desarrollo integral, con coca. Lo que significa que vamos a impulsar la industrialización de la hoja, y una nueva ley general de la coca, para que no ocurran más intromisiones del imperialismo. Porque, científicamente, no hay ninguna planta como la hoja de coca. S. LABAYEN