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Liga ACB

Más fuertes también ante el dolor

El Baskonia, jugando a medio gas con todos sus condicionantes, no tuvo problemas ante un Zaragoza que no supo jugar sin Quinteros.

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TAU BASKONIA 96

CAI ZARAGOZA 76

Jon ORMAZABAL | GASTEIZ

Pese a jugar a medio gas y con sólo un base y dos pívots en plenas condiciones, el Baskonia demostró estar a años luz del CAI Zaragoza, también soportando el dolor. Y es que, mientras los de Ivanovic saben exprimirse, quizá en exceso, pese al esguince de Tiago Splitter y las molestias musculares de Ilievski, el equipo de Angulo perdió las pocas opciones que tenía en cuanto perdió a su anotador Paolo Quinteros, que tuvo que acudir a un hospital por un fuerte golpe en el pómulo antes del descanso.

Sabedor de la importancia de asegurar el factor cancha en el play off por el título y de la urgencia del equipo de su concurso, Dusko Ivanovic hizo jugar 31 minutos a Splitter y el brasileño volvió a responder de manera ejemplar, convirtiéndose en el líder que, acompañado por Rakocevic y Prigioni, hizo que la victoria nunca corriese peligro.

No está, ni mucho menos, el Baskonia en su mejor momento de forma y ello quedó en evidencia durante los cuarenta minutos; no sólo en que el ritmo estuvo lejos del de los mejores momentos, sino en la constancia de que jugadores como Teletovic están en un claro bache.

Aún así, el Baskonia no ha perdido esa dureza que lo ha hecho grande y, con todos sus condicionantes, no tuvo problemas ante un CAI en el que sus estrellas, sin la tranquilidad que otorga al juego colectivo Quinteros, volvieron a rendir muy por debajo de sus nombres.

Dominio desde el inicio

El Baskonia puso tierra de por medio desde el salto inicial con un 8-0, que ya fue una barrera que el CAI no pudo llegar a igualar siquiera. El acierto de Prigioni y Splitter, con ocho y seis puntos, sirvió para distanciar al conjunto gasteiztarra con una cómoda renta al final del primer cuarto, 23-17.

A partir de ese instante, el Baskonia siguió a medio gas, controlando el marcador para asegurarse una renta tranquilizadora que le evitara cualquier apuro. Con altibajos en unas rentas que nunca bajaron de diez, el equipo de Ivanovic no dio la sensación de querer llegar al máximo de sus prestaciones y consiguió poder rotar con cierta comodidad.

 

 

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