Raimundo Fitero
Material de desecho
No es solamente cuestión de apurar los recursos dentro de las posibilidades de reciclaje de los materiales que toda acción televisiva produce. Se trata de un género propio y como tal se muestra. Si recuerdan, en las primeras ediciones de OT, los casting previos se hacían con un material de uso sencillo, es decir se buscaban las voces, los estilos, que después pudieran dar juego en el concurso en sí mismo. Pero pronto se dieron cuenta de que al provocarse unas colas fuera de cualquier cálculo, al presentarse tantos miles de aspirantes a pasar a la fama, se estaba creando un subproducto que se fue conformando en un género, el de los castings, que engarzan de manera muy directa con otros formatos de programas para descubrir los nuevos talentos en donde este juego de espontaneidad se muestra de la manera más evidente y estructural.
No solamente es OT quien vive durante varias semanas de las pruebas, todos los programas de intenciones similares han encontrado en estos momentos previos un filón. Y debemos decir que en ocasiones tiene bastante más interés algunos de los momentos de estas pruebas selectivas que el proceso normalizado, para decirlo de alguna manera. Lo que sucede es que ya lo sabe todo el mundo, se monta un auténtico plató, se ilumina de tal manera que provoque en su edición una sensación de reporterismo, pero que está todo demasiado medido. Hay varias cámaras, se interrelaciona con los acompañantes y hasta los participantes saben que tendrán sus minutos de gloria, sean seleccionados o no. Con ello se va haciendo un cuerpo programático propio, incluso con vida en la parrilla bastante importante.
Otra cosa menos aceptable es, como hicieron la otra noche en Tele 5, se presentan con truco, es decir haciendo ver que asistíamos a la elección de los finalistas y no era así, era un paso previo, porque esperan colocar el material más sensible e importante cuando a la cadena le parezca más apropiado para competir. Hasta con la variante más deleznable: la de los que peor cantan, aunque nos divierta mucho porque existen seres humanos con un optimismo o una geta descomunales y sin atisbo de sentido del ridículo.