Mertxe AIZPURUA | Periodista
De regalos y poder
Dicen que todo está escrito pero seguro que un ensayo del tipo «La filosofía del regalo» es todavía una joya inexistente. Obligados como estamos a regalar y recibir obsequios en cada ciclo más o menos natural de la vida, nos solucionaría más de un quebradero de cabeza. Es de suponer que antes de que patentaran la idea los tres magos de Oriente, la sociedad, quizá la romana, habría instaurado ya este modo de componenda con forma de regalo y su consecuente relación entre el poder del emperador y el pueblo. De ahí al vasallaje de la Edad Media hay un paso corto y desde entonces hasta hoy la evolución natural nos lleva a que un presidente de la Generalitat valenciana acepte con total naturalidad, como un detallito de nada, unos cuantos trajes de alta costura. El regalo, ya se sabe, ablanda la ética, sobre todo cuando el lazo que lo envuelve está tejido con hilos de poder y autoridad. Además, como ocurría en las sociedades primitivas, juega un gran papel en la esfera de la influencia: las tribus que más poseían más regalaban de forma que en la siguiente reunión todos tenían las cosas un poquito más claras: qué tribu mandaba, quién influía sobre todos, y quién asumía su sumisión en forma de valioso y nada desinteresado objeto. Los obsequios que se cruzan ahora los mandatarios mundiales guardan más las formas porque la componenta va oculta. Quizá por ello ha brillado tanto el ejemplar de «Las venas abiertas de América Latina» que Chávez ha regalado a Obama y que ha lanzado el ensayo de Galeano a la lista de libros más vendidos en el mundo. En Estados Unidos se han escandalizado, lo que indica que Hugo Chávez eligió bien y que el libro del escritor uruguayo, a pesar de haberse escrito hace casi cuarenta años, todavía espolea conciencias.